"El Costo Anual Equivalente (CAE) de la alternativa eléctrica es 6,8% mayor a la alternativa del diésel… además de que la alternativa de tracción eléctrica requeriría de estudios detallados para asegurar la viabilidad para la conexión de los centros de carga, donde se señalan las posibles restricciones y obras que se requieren para mantener la confiabilidad del Sistema Eléctrico Nacional, ante el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE), lo cual puede generar retrasos", explica el informe.
Luca Ferrari, investigador del Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó para Sputnik las posibles consecuencias de esta decisión.
"Parece una decisión de corto plazo, porque sale más barato ahorita, pero lo barato sale caro. A largo plazo, tenemos que importar combustible y la cuestión ambiental también es muy importante. No sólo en términos de emisiones, también en contaminación directa para las personas que viven alrededor de la vía del tren", consideró.
Para Ferrari, otro factor que debe tenerse en cuenta es la disponibilidad de diésel con que cuenta México. El país no produce el diésel bajo en azufre suficiente para cubrir su demanda interna. En el primer cuatrimestre del 2020, Petróleos Mexicanos (Pemex) indicó que la producción nacional de diésel es de 113.700 barriles diarios, del cual sólo 40% de la producción es calidad UBA, el cual se requiere para impulsar un transporte como el Tren Maya, informó El Universal.
El investigador del Centro de Geociencias de la UNAM también señaló que la decisión de las autoridades mexicanas va en contrasentido a la tendencia mundial de construir trenes económicos. Al respecto, mencionó el caso de China y Rusia, en donde los trenes viejos impulsados con diésel se sustituyeron tras electrificar las vías férreas para disminuir la contaminación ambiental.

Esta situación prevé nuevos cuestionamientos hacia la huella ambiental que dejará este proyecto. El 8 de junio, Fonatur aceptó que ha evitado que los cuatro tramos del Tren Maya adjudicados hasta ahora se sometieran a las evaluaciones de impacto ambiental requeridas por la ley.
Ahora se añadirá el tema de diésel, cuyo uso ha sido cuestionado en varios países por su incidencia en la generación de partículas finas PM 2,5 y óxidos de nitrógeno, las cuales tienen efectos graves en la salud humana. Luca Ferrari también apunta el problema de la futura demanda de hidrocarburos como otro factor para cuestionar la decisión de utilizar diésel en el Tren Maya.
"Estamos en una situación de crisis energética y crisis ambiental. Pasamos el pico del petróleo en 2004 y, después de 16 años, sigue bajando la producción. […] La energía ahora es cara, el petróleo es muy caro de extraer y la calidad es cada vez peor. Y está el impacto ambiental. Me parece que la decisión se toma por cumplir una promesa de campaña, pero sin pensar en las consecuencias a mediano, largo plazo", indicó.
Ferrari agregó que la alternativa de un tren eléctrico pudo ayudar a desarrollar más líneas de transmisión en la península de Yucatán, una zona que arrastra desde hace años varios problemas de conexión con el Sistema Eléctrico Nacional.
"Obviamente si construyen un tren eléctrico tenemos que alimentarlo y para eso se necesitan, o centrales basadas en combustibles fósiles, o basadas en energías renovables. […] Creo que, más que una lucha entre combustibles fósiles y renovables, en este Gobierno estamos viendo una lucha entre Estado y particulares. Como a las energías renovables les tocó estar en manos de empresas nacionales o transnacionales particulares, no se quiere que produzcan más energía de la que encontró López Obrador cuando llegó al poder. Podría ser un poco en ese sentido [la razón de la decisión]", evaluó.