En dos guerras de precios de petróleo, Arabia Saudí se creó una camisa de fuerza política y económica, observa el autor.
Según Watkins, el principal objetivo de Arabia Saudí en ambas guerras fue la industria del petróleo de esquisto de EEUU.
Entonces, los saudíes pensaban que tenían una oportunidad de destruir el entonces relativamente escaso sector de Estados Unidos. Se creía ampliamente que el precio de equilibrio en el sector del esquisto de EEUU era de 70 dólares por barril.
Pero resultó que "los saudíes habían evaluado catastróficamente mal la capacidad del sector del petróleo de esquisto de Estados Unidos de transformarse en una industria flexible".
Las principales zonas de la cuenca Pérmica y Bakken lograron alcanzar la indemnidad a un precio por encima de 30 dólares y generaron márgenes decentes por encima de 37 dólares por barril.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) May 14, 2020
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Tras dos años de agotamiento, Arabia Saudí cedió tras pasar de un superávit presupuestario a un déficit récord de 98.000 millones de dólares a finales de 2015. Durante aquel período, el reino también gastó por lo menos 250.000 millones de dólares de sus valiosas reservas de divisas, que se perdieron para siempre.
"La razón por la que los saudíes nunca podrían esperar ganar la última o cualquier futura guerra contra los precios del petróleo es que han creado la resistencia del sector del petróleo de esquisto de EEUU", analiza Watkins.
Esto significa que ese sector en su conjunto puede hacer frente a los precios extremadamente bajos del petróleo durante mucho más tiempo que se tardará en arruinar a Arabia Saudí, agrega.
Mientras tanto, las pérdidas de Arabia Saudí son mucho más altas.
La nueva guerra ha vuelto a aumentar la resistencia del sector del petróleo de esquisto de EEUU ante precios bajos.
Ahora, según Watkins, unos 25-30 dólares por barril de la marca WTI son suficientes para que los actores estadounidenses vuelvan a las filas.
Pero aunque los precios estén por debajo de este nivel clave de 25-30 dólares por barril, no afectarán la supervivencia a largo plazo del sector de esquisto de EEUU, puesto que los principales actores pueden cerrar los pozos según sea necesario y volver a ponerlos en marcha dentro de una semana según lo requiera la demanda.
Todo eso significa que económicamente, Arabia Saudí no puede permitirse seguir aplastando los precios del petróleo durante un tiempo suficiente para hacer daño al sector del petróleo de esquisto EEUU, y políticamente, no se permite aumentar los precios lo suficiente para evitar una posible quiebra del reino.
En este sentido, el autor opina que el último acuerdo del recorte de la producción de la OPEP+ quizás sea "la más cruel para el pueblo saudí".
En marzo de este año, el banco central de Arabia Saudí agotó sus activos extranjeros al ritmo más alto desde 2000, al reducirlos unos 27.000 millones de dólares. El total de las reservas se sitúa ahora en 464.000 millones de dólares, el nivel más bajo desde 2011, concluye Simon Watkins.