Siniakov cayó prisionero en 1941 y estuvo en dos campos de concentración. En 1942, lo llevaron al campo de Kustrin, donde trabajaba como médico. Pero pronto logró ganarse la confianza de los nazis al salvar a un hijo de un guardia de las SS que se había atragantado con un hueso.
Tras aquel caso, a Siniakov le dejaron moverse libremente con el campo. El cirujano ayudaba a escapar a los prisioneros que se hacían pasar por muertos.
En 1945, los nazis iban a matar a un grupo de 3.000 prisioneros heridos y enfermos, pero Siniakov los convenció a través de un intérprete de que no lo hicieran.
Terminada la guerra, el cirujano siguió trabajando en un hospital de la ciudad rusa de Cheliábinsk, pero no hablaba con nadie de sus hazañas. La gente se enteró del héroe solo en 1961 a través de un ensayo de la legendaria pilota Anna Egórova, también salvada por el médico que le había ayudado a escaparse del campo de concentración de Kustrin.
A pesar de sus hazañas, Siniakov no recibió ningún premio en la URSS por haber sido prisionero de los nazis.