En este país con un profundo sincretismo religioso, prehispánico y católico en sus ritos funerarios, estas son algunas innovaciones a las que recurren los dolientes ante las medidas sanitarias obligadas por el aumento de fallecimientos a causa del nuevo coronavirus, que ya superan las 12.500.
El manejo de los miles de cuerpos de las víctimas mortales de la pandemia en México, uno de los diez países con más fallecidos por la epidemia y el tercero de América, es uno de los eslabones más críticos en el manejo de la contingencia, según responsables de esos procesos en instituciones de salud y funerarias.
Por órdenes de la Secretaría de Salud toda persona que haya fallecido por COVID-19 debe ser llevada a cremación inmediatamente.
"Ahora es imposible visitar al ser querido en el hospital, saber que él o ella se siente acompañado durante su enfermedad, tomar su mano al momento de su partida o despedirlo junto con familiares y amigos en el cementerio", indica la especialista del CICR, en un llamado por la dignidad en el manejo de fallecidos y protección a las familias.
A puerta cerrada
Las medidas sanitarias especiales determinan que los cuerpos deben ser puestos dentro de una bolsa especial y el ataúd debe mantenerse cerrado, sin acceso para las personas que lo acompañen.
Las empresas funerarias han publicado protocolos para indicar a sus clientes las disposiciones.
"Se deben evitar saludos de condolencia, besos, abrazos apretón de manos, aunque por el contexto sea difícil", instruye en su página web la casa funeraria J. García López, fundada hace más de tres décadas.
Esa casa de ceremonias luctuosas es una de las mayores de su ramo en la capital mexicana, donde opera ocho sedes.
"Nuestras salas de velación se sanitizan tres veces al día y eso garantiza las condiciones adecuadas para la salud de las familias que quieren despedir a su ser querido", dijo a Sputnik el director general de operaciones de esa empresa, Manuel Ramírez.
El personal debe usar trajes especiales que cubren por completo el cuerpo. Además, utilizan caretas, mascarillas, guantes y un set de productos químicos para medidas sanitarias.
Según Ramírez, las empresas del sector ya estaban habituadas a manejar protocolos de emergencia para el manejo de grandes cifras de fallecimientos, extraídas de experiencias de terremotos de 1985 y 2017.
En la cultura mexicana, las ceremonias por la muerte trascienden la cultura popular, llena de imaginarios como la colorida celebración del Día de los Muertos, cada 2 de noviembre, que incluye música o jornadas de vigilia con cenas en los panteones.
Honrar la vida
En Chihuahua, en el norte del país, los cementerios adoptaron sus estacionamientos para que, sin más de una veintena de personas por cada funeral, los familiares puedan pasar en sus vehículos y despedirse desde lejos del féretro.
Es un país donde las honras fúnebres se convierten en eventos sociales, con participación de familiares, vecinos y conocidos en eventos que terminan en ambientes con tintes festivos, la irrupción de la pandemia ha obligado a cambiar costumbres muy arraigadas, explica el psiquiatra Benjamín Guerrero, director del programa de Salud Mental de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Las funerarias ofrecen la transmisión vía Internet de ceremonias religiosas, pero también eventos virtuales con serenatas de mariachis, misas o rezos para difuntos, a lo largo de los nueve días seguidos de oración de la tradición católica.
Algunas funerarias han establecido la posibilidad de reemplazar los ramos de flores por bonos de solidaridad, para apoyar los gastos de personas que han perdido el empleo por la pandemia.
Los costos funerarios, según las autoridades de defensa del consumidor, han permanecido estables entre 12.500 y 22.000 pesos (unos 1.000 dólares, máximo), que puede aumentar según se la contratación de servicios especiales.