La importancia de mantener el distanciamiento social y usar implementos de protección como mascarillas para evitar el contagio de COVID-19 es prácticamente un mantra que se repite en todo el mundo durante la pandemia. Y si bien parece ser algo comprendido por casi todos, algunos científicos siguen dedicando esfuerzos a establecer fehacientemente cuál es la distancia adecuada y el equipo necesario para disminuir de forma significativa el riesgo de contagio.
Un grupo de científicos de la Universidad McMaster de Ontario, Canadá, se puso como objetivo realizar un "repaso sistemático y un meta-análisis" de cómo influyen el distanciamiento físico, las mascarillas e incluso los protectores oculares a la hora de dificultar la propagación de enfermedades como el COVID-19 o el SARS.
"Una distancia física de más de 1 metro probablemente resulte en una gran reducción en la infección por el virus", señala el estudio, consignando que por cada metro adicional de distancia el efecto protector puede duplicarse.
El análisis de los datos también llevó a los científicos a señalar que el uso de mascarillas médicas o quirúrgicas "puede resultar en una gran reducción de la infección". La protección es mucho mayor cuando se trata de las mascarillas N95. El estudio también demuestra que el uso de lentes también es importante para evitar el contagio a través de los ojos.
"Los hallazgos del repaso sistemático de los 172 estudios de COVID-19, SARS y MERS proporciona la mejor evidencia disponible de que las actuales políticas de mantener al menos un metro de distanciamiento físico están asociadas con una gran reducción de la infección", señalan los investigadores.
A partir de sus conclusiones, incluso aseguran que "distancias de 2 metros pueden ser más efectivas" para reducir todavía más el riesgo.
Los científicos aclaran que, de todos modos, ni el distanciamiento ni el uso de mascarillas o lentes garantizan una completa protección contra el virus, por lo que los investigadores recomiendan no abandonar otras medidas como el lavado de manos.
Derek Chu, investigador que encabezó el proyecto, apuntó que "hay una necesidad urgente para todos los prestadores médicos y no médicos de hacer equitativo el acceso de estas simples medidas de protección personal, lo que significa aumentar la producción a escala y considerar la reutilización de manufacturas".
"Toda partícula del virus retenida en la mascarilla no está disponible para circular en el aire como aerosol o caer en una superficie de la que pueda ser tomada a través del tacto", sintetiza el estudio.
De todos modos, experimentos hechos en el marco del estudio dan cuenta de que capas de diferentes tipos de algodón tuvieron una eficiencia de entre 43% y 94%. Las mascarillas médicas, en tanto, se mantuvieron entre 98% y 99% de eficiencia.