La llegada del COVID-19 a Chile motivó cuarentenas obligatorias, especialmente en la región metropolitana de Santiago, que concentra a ocho de los 18 millones de chilenos y más del 80% de los 82.000 contagiados. La situación derivó en la suspensión de la inmensa mayoría de las actividades económicas. Miles de trabajadores independientes, que no pueden trabajar a distancia, están cesantes.
En su medición de diciembre pasado, la tasa era 6,5 puntos porcentuales menor. Se precisa que en la capital chilena hay 469.284 personas desocupadas, que representa una tasa de cesantía del 15,6%, la mayor desde junio de 1985, en plena dictadura militar del general Augusto Pinochet. La cifra equivale a 469.284 personas desocupadas.
En el desglose, se reveló que el empleo asalariado disminuyó un 12% y el empleo independiente, 24%. Los principales factores del alza fueron la caída del empleo total (15%) y la disminución de la fuerza de trabajo (7%). Los sectores más afectados con la desocupación fueron: comercio (23%), construcción (22%), servicios comunales y sociales (16%) y transporte y comunicaciones (13%).
Adelantó que la medición del desempleo a nivel nacional, que se conocerá el 29 de mayo, consideraría unos 900.000 desocupados. En el primer semestre el desempleo nacional subió a un 8,2%, sin considerar abril, mes en el que se produjeron más despidos y se perdieron más puestos de trabajo. Añadió que a ellos se podrían sumar otras 500.000 personas que han recibido cartas formalizando sus despidos.
Al día de hoy, Chile es el tercer país latinoamericano con más contagios registrados después de Brasil y Perú. Para la tarde del 27 de mayo, en el país se han registrado más de 82.000 infecciones y unas 841 muertes por coronavirus. El sistema hospitalario está saturado con el 95% de sus camas para pacientes críticos ocupadas y diariamente recibe un promedio de 4.000 nuevos infectados.