Durante todos estos meses, la agencia Reuters empeñó un equipo de profesionales para ilustrar este movimiento ciudadano. La fotógrafa Susana Vera, nacida en Pamplona en 1974, era parte de este contingente. El pasado día 5 de mayo se convirtió en la primera mujer española en ganar un Pulitzer. Lo hizo junto a otros 10 profesionales de la agencia por una serie de 20 imágenes en la categoría de reportaje fotográfico.
"Estaba terminando de cenar y me llamaron de la agencia para decírmelo. Fue un momento de explosión de alegría", cuenta Vera por teléfono a Sputnik. Responde a media mañana de un viernes, dos semanas después, en Madrid. En la capital de España trabaja desde hace 13 años para Reuters. Era lunes, señala, y se puso a llamar a los seres más cercanos mientras le caía un alud de felicitaciones. "Quería decírselo a mis padres antes de que se enteraran por otro medio", ríe.
Compatibilizar desde entonces su jornada laboral con las decenas de entrevistas ha sido agotador, aunque emocionante. "He recibido mucho cariño y apoyo. Y gracias al premio he vuelto a hablar con muchos compañeros. Es una gozada que la gente se preocupe", comenta quien considera los premios "una lotería".
Muchas de estas llamadas de prensa o televisión se debían, precisamente, a ese "primera mujer que" de los titulares. Una catalogación que ella acepta, con matices. Cuando recibió la noticia, se adelantó a declarar que hay miles de mujeres en el gremio, pero que el problema es que siempre parece que ganan hombres blancos.
"Hay un desequilibrio en el sector", esgrimía en una conversación con la revista Telva, "pero no creo que se pueda hablar de una fotografía de género, raza u orientación sexual. Nos empeñamos en poner etiquetas, pero me gustaría vivir en un mundo en el que no se hablara de género o de cómo gestionamos las cosas las mujeres y sí de los méritos personales. Hay que hablar del esfuerzo y de la mirada de cada cual. Hay diversas miradas, y lo importante es tener la oportunidad de mostrarlas; tener ventanas de distribución para poder reconocer la labor de cada cual".
Vera, de hecho, alcanzó esa mirada hacia la realidad por un giro imprevisto. Estudió un doble grado de periodismo y comunicación audiovisual en la Universidad de Navarra y acabó la carrera en Estados Unidos. Allí permaneció siete años más, publicando en diversos medios como el Sun Publications del área de Chicago o el News&Observer de Carolina del Norte.
Por eso, cuando le ofrecieron la posibilidad de ir a Hong Kong, hizo en Atenas un curso de fotografía en situaciones de conflicto. "Tienes que saber leer la situación. Cuidarte", advierte quien no llegó a un punto demasiado extremo de peligrosidad, pero sí que palpó la tensión. "Distribuimos chalecos antibalas, por si acaso, en varios puntos de la ciudad e íbamos con la máscara antigás”, describe. No usaron los chalecos, aunque hubo incidentes: "Dispararon pelotas de goma y, un día, tiros al aire", indica quien vio cómo, aun así, los manifestantes usaban unos métodos "más civilizados, menos agresivos" que en otros lugares donde había estado.
"Incluso el trato a la prensa se notaba. Sabían que los medios éramos un escaparate al mundo de lo que pasaba. Nos daban agua y hasta vi cómo le compraban comida a un compañero", rememora.
Respecto a la foto del Pulitzer, que muestra a dos jóvenes en primer plano siendo inmovilizados en el suelo, le quita importancia: "Ninguna imagen merece arriesgar la vida", ha llegado a recalcar. Ella reconoce que fue "un poco más inconsciente" al principio, cuando todavía no estaba acostumbrada a mirar a todos los lados o intuir una eventual amenaza. "Entras un poco con visión de túnel, solo viendo lo que tienes enfrente, y poco a poco vas ampliando, seleccionando y fijándote en otras historias", arguye.
Susana Vera lleva casi desde aquella experiencia narrando lo que el resto de profesionales. "No hay otra cosa que coronavirus", resopla con pena, refiriéndose a la pandemia mundial que en España ha supuesto casi 30.000 fallecidos y más de 234.800 contagiados. La fotógrafa, además, ha vivido este periodo con algunos debates sobre su oficio y con la dificultad de acceder a ciertos lugares indispensables.
"Entiendo que es algo muy complejo de gestionar, pero se nos ha obstaculizado mucho el trabajo", opina quien ha dudado en muchas ocasiones de ir a algún sitio con personas vulnerables y ponerlas en riesgo, ya que ella no ha dejado de salir a la calle. "Aunque no tenemos que obviar que es importante decirle a la gente lo que ocurre", razona Vera, "porque los datos no llegan al estómago ni a la cabeza. Los datos no permanecen. Y una imagen se te queda. Quizás viendo lo que de verdad está pasando muchos sabrían las consecuencias reales que está teniendo este virus", concluye.