Se trata de la población más vulnerable y menos preparada para un contexto de pandemia porque cumplir con el aislamiento obligatorio les resulta imposible. Indefensos, mal alimentados y con una salud endeble, un porcentaje de las personas sin hogar padece adicciones o enfermedades físicas y mentales, otros están desahuciados porque la crisis económica y social que se vive en Argentina les arrebató todo.
El espacio donde duermen 40 varones que antes pernoctaban en la intemperie —o, con suerte, en otros albergues porteños— no es amplio. Pero las instalaciones del Polideportivo Pereyra, club estatal en el barrio porteño de Barracas, son inmensas, aunque no tan grandes como los corazones de sus habitantes y de los colaboradores del Centro de Inclusión Social que funciona allí desde principios de abril.
"Llegué muy mal acá, tuve de recuperación unos 15, 20 días, saliendo a correr, desintoxicándome. Gracias al apoyo de los coordinadores, que abrieron vacantes, hoy estoy trabajando", dijo a Sputnik Carlos Herrera, uno de los operadores del centro, quien contó que estuvo desde 2017 en situación de calle, pero que el próximo mes podrá rentar un lugar propio cuando cobre su primer sueldo.
El centro es coordinado por Proyecto 7, organización sin fines de lucro especializada en un abordaje multidisciplinario y activo sobre esta problemática y que gestiona otros tres Centros de Inclusión Social en la ciudad de Buenos Aires. En el Pereyra coordinan también la organización social Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y la organización política Movimiento Popular La Dignidad (MPLD).
Contención y contingencia
La situación en los Centros de Inclusión Social porteños está en el escrutinio público luego de que el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires tuviera que clausurar el 12 de mayo uno de sus refugios estatales más grandes, ubicado en el barrio porteño de Retiro, cuando 79 de las 92 personas en situación de calle que se alojaban allí dieron positivo en COVID-19.
"Acá hay un control estricto con el tema de las salidas. Salen dos o tres hermanos que tienen un trabajo fijo, pero al resto se les da permisos por el día de entre 8 y 20 horas, según se evalúa la circunstancia, y con un plazo cada 15 días", contó Carlos, quien explicó que al que abandona las instalaciones se le ofrece una única oportunidad antes de perder su lugar ya que el cupo está lleno y tienen personas que se acercan periódicamente en busca de refugio.
Si bien no hay posibilidad de distanciamiento social, el protocolo de sanidad dentro del Centro incluye la medición de temperatura tres veces por día a los ingresados. Todos cuentan con una ficha personal donde se especifican sus condiciones de salud preexistentes y los horarios para la medicación, si corresponde, que los operadores se encargan de administrar y monitorear.
En caso de detectar síntomas compatibles a COVID-19, la persona es instalada en el baño de mujeres del club y se llama a los teléfonos de contacto de las autoridades sanitarias provistos por el Gobierno capitalino para solicitar asistencia médica.
El Polideportivo cuenta con canchas de fútbol y básquet que se habilitan a diario hasta las 18 horas, una salita con un televisor que se enciende de 7 a 23 horas y cuatro instancias de comida: las dos principales llegan en viandas diarias gracias a la cooperación de comedores.
Crisis sobre crisis
El inicio de la pandemia llevó a que el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, distrito que concentra gran parte de las personas sin techo en el país, determinara que los ocho refugios operados por el Estado abrieran las 24 horas en lugar de funcionar como albergues nocturnos.
Hay un total de 32 Centros de Inclusión en la capital nacional, con capacidad para más de 2.000 personas, tres cuartas partes gestionados por organizaciones, iglesias y fundaciones. El Polideportivo Pereyra es uno de los tres Centros alternativos habilitados recientemente por el Gobierno para aumentar los espacios contención durante la cuarentena.
"El Gobierno porteño le corre la cara a los de abajo como si fueran el último orejón del tarro. La situación es grave y nos duele, conmueve y rebela. Este es un Centro de Inclusión modelo y nosotros trabajamos de manera diferente, acá los compañeros no son números", dijo a Sputnik Ezequiel Aquino, quien también ingresó buscando refugio y hoy trabaja como operador en el Pereyra, por lo que pudo dejar la calle.
El último conteo de la Dirección General de Estadística de la ciudad registró 1.146 hombres, mujeres y niños sin hogar, muy lejos de las 7.251 que arrojó el Segundo Censo de Personas en Situación de Calle, publicado en julio de 2019 por un conjunto de más de 40 organizaciones civiles. Según sus estimaciones, esta cifra superaría los 8.000 en la actualidad, como consecuencia de la profundización de la crisis social y económica que vive Argentina.
Una oportunidad, una ayuda, una esperanza
La importancia del trabajo de las organizaciones y los representantes estatales para dar una contención con visión humanística a las personas en situación de calle es fundamental. En tiempos de crisis económica, social y sanitaria, los más mínimos gestos y detalles hacen una enorme diferencia.
Hace dos meses, Martín Fernández lo perdió todo. Sin trabajo, terminó durmiendo en la calle. Encontró refugio en un Centro de Inclusión gestionado por Proyecto 7 y allí le dieron la oportunidad de trabajar. En medio de todo esto, un auto en contramano lo atropelló y le lastimó la pierna.
"La gente que se ocupa de nosotros me llevó al hospital, me consiguieron la bota inmovilizadora, se movieron para conseguirme los remedios, como hacen con cada uno. Lo vi desde el principio, mueven cielo y tierra para atenderte en lo que sea, por temas personales, familiares; están en todo", contó a Sputnik con el orgullo propio de quien se siente parte de un equipo.
Hoy, Martín saluda a sus compañeros con sus pertenencias al hombro porque consiguió señar el alquiler de un lugar propio donde instalarse y comenzar de nuevo, por eso la despedida es solo un hasta mañana.
"Después de haber vivido una película como la que viví, lo mejor que se puede hacer, una vez que te sentís preparado, es ayudar. Todas las historias son diferentes, quizás escuchás alguna y te sentís aliviado porque no es nada lo que estás viviendo comparado a lo de otros. Estoy recuperando mi vida, a partir de hoy empieza mi vida otra vez."