Tras las puertas de esta parroquia del barrio de Tetuán opera la Fundación Madrina. Con más de 20 años de antigüedad, esta organización ha ejercido de banco de alimentos para embarazadas y madres en situación de vulnerabilidad. Ahora, provee a toda la población. En concreto, a unas 400 familias que acuden a diario por lista a buscar productos de primera necesidad como leche, aceite o pañales.

Una parte de estos comestibles se acumula en los almacenes de la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL). Instalaciones que tenían 21 millones de kilos de la recogida solidaria de Navidad y otros 16 millones del Fondo Europeo de Ayuda a Desfavorecidos. Actualmente, están bajo mínimos.
"El reparto de alimentos ha aumentado un 30% desde que empezó la crisis del coronavirus", asegura el portavoz de la organización, Ángel Franco, a Sputnik Mundo.
En FESBAL están federados 54 bancos de alimentos que a su vez trabajan con 7.216 entidades solidarias, dedicadas a entregar los productos a las familias. No obstante, en los últimos días, las solicitudes de organizaciones que quieren iniciar campañas de reparto se han multiplicado. De esta manera, también aumentará el número de personas a las que atiende la asociación. "Esperamos que el número de personas vaya creciendo. En 2019 atendimos a 1.100.000 y este año serán muchas más. Solo ahora ayudamos a diario a 330.000 y nos acercamos al medio millón", comenta Franco.
Ahora mismo en Madrid. Más de 200 personas en una fila esperando a recoger alimentación de adultos y de bebés de la @FMadrina Es el reflejo de la crisis social y económica que está dejando el coronavirus #COVIDー19 #Covid_19 #COVID2019 pic.twitter.com/OzObuPpeDR
— Asier Anzola (@asieranzo) May 12, 2020
No es Venezuela @IdiazAyuso. Es el barrio de Aluche, en Madrid, el día 9 de mayo, a las 10:00. Gente haciendo cola para una bolsa de comida. El vídeo dura tres minutos. La cola no se acaba nunca. Mientras tú te haces fotos, tu pueblo pasa hambre. En Madrid. No en Venezuela. pic.twitter.com/l4qVCnPp2u
— Juan Carlos Monedero (@MonederoJC) May 10, 2020
Situación complicada
Las colas también son habituales en el barrio de Lavapiés. Una recorre sus estrechas calles hasta llegar al Teatro del Barrio, reconvertido en sede del banco de alimentos por la plataforma vecinal Lavapiés Cuidando del Barrio (La CuBa). Otras dos avanzan hasta alcanzar el local de la Asociación de los Inmigrantes Senegaleses y la mezquita Baitul Mukarram de la comunidad bangladesí. El jueves 7 de mayo, solo en el centro religioso, la asociación Valiente Bangla entregó 310 paquetes con comida. "Es cierto que las filas parecen más largas por la distancia entre las personas, pero también es cierto que suele ir mucha más gente que la está apuntada en la lista de reparto. La verdad es que es tremendo", asevera Nines Cejudo, portavoz de Red Solidaria de Acogida y participante en repartos de comida en el barrio, a Sputnik Mundo.
Un panorama que a la activista le recuerda al pasado. El tejido ciudadano mediante asociaciones y donaciones permite que muchas familias puedan esquivar el hambre, como sucedió 80 años atrás. "Estamos volviendo a 1936. Las redes solidarias populares vienen de las redes que montó el Partido Comunista para dar de comer a la gente. En esta ciudad de Madrid, en lo relativo al hambre, estamos volviendo a la situación de posguerra".
Y es que no es fácil preparar un reparto de comida. En el caso de Valiente Bangla, este no se limita a las cuatro horas en las que entregan las bolsas. Ni tampoco a su propia elaboración. Este proceso comienza de madrugada, a las 5.00 de la mañana, cuando miembros de la organización acuden a Mercamadrid para obtener los productos. Incluso antes, en el momento que consiguen las furgonetas necesarias para llegar a este centro al sur de Madrid. Allí, compran huevos, paquetes de leche, arroz, garbanzos, patatas, cebollas…para confeccionar sus entregas, pensadas para 20 días. Un viaje en el que Valiente Bangla gasta hasta 5.000 euros.
Una carga de dinero y trabajo que difícilmente puede prolongarse durante toda la crisis sanitaria. Con el plan de desescalada, muchos voluntarios, ahora en un ERTE, volverán a su puesto de trabajo. Los estudiantes, encargados de hacer entregas a domicilio, retomarán las clases. Motivo por el que, para la portavoz de Red Solidaria de Acogida, este servicio debe ser realizado por las instituciones: "¿Qué pasará cuando tengamos menos tiempo? ¿Y cuándo la gente vuelva a su trabajo? Los servicios de reparto deberían estar organizados y pagados por las instituciones. Es cierto que la Comunidad de Madrid da de comer a gente a través de Cruz Roja, pero deberían hacer más, porque, evidentemente, no está siendo suficiente. Hasta los servicios sociales de los barrios están mandando a la gente a recoger alimentos a los bancos voluntarios de ciudadanía".
"Con el paso del tiempo la situación va a empeorar y se va a necesitar más gente y más estructuras. No van a tener capacidad para mandar alimentos", lamenta Cejudo.
Un debate que puede prolongarse de la mano de la crisis económica generada por la pandemia. Mientras, miles de personas saldrán de sus domicilios antes que los rayos del sol en búsqueda de alimentos. Las colas darán serpentearán entre los edificios por un paquete de lentejas y unas latas de atún, fruto de la solidaridad, más que de la autoridad.
"Todo el dinero que se promete para servicios sociales, son promesas y palabras huecas. Cuando hay una voluntad política, hay soluciones. Es cierto que la ciudadanía no tiene que ser la encargada de solucionarlo. Pero, no vas a dejar a los vecinos morir de hambre", sentencia la activista.