En particular, los trabajadores del museo Mayakovski contaron que, tras el inicio de la Gran Guerra Patria, en el territorio ruso que se encontraba alejado del frente fueron creados nueve almacenes especiales para las colecciones de los museos de la capital y de la región de Moscú.
Los nazis bombardeaban las instalaciones de los museos, en particular, el museo Pushkin de arte occidental y la Galería Tretiakov, por lo que se tomó la decisión de sacar de la ciudad todas las colecciones de esos centros.
Los trabajadores de esos centros culturales que no se fueron al frente de combate en 1941 decidieron evacuarse junto con esas colecciones, para salvarlas a cualquier precio.
"Las momias [del museo Pushkin] en 1943 fueron trasladadas a los únicos locales con calefacción del museo, las habitaciones donde establecieron unas estufas temporales, y donde trabajaban los científicos y descansaban entre los turnos laborales los empleados, así pasamos juntos el invierno", reveló Natalia Alexándrova, responsable de la sección de manuscritos del establecimiento.
La cuidadora revela que, pese a los esfuerzos conjuntos en medio del frío, el hambre y la oscuridad, hubo pérdidas irreparables, entre las que se encuentra el cuadro de Alexandr Golovín Cementerio de Atenas, que pereció en medio de las llamas.
En particular, la Galería Tretiakov abrió una muestra titulada La Gran Guerra Patria, con cuadros creados a partir de 1941, la cual más tarde fue sustituida por la exposición Frente heroico, según aseguró la también responsable de la sección de manuscritos de la pinacoteca, Elena Terkel.
El Museo Histórico en 1941 inauguró una exposición dedicada a la lucha contra la agresión alemana, y en 1943 creo la muestra titulada La guardia de Stalin en las batallas por la victoria.
La Galería Tretiakov fue además uno de los primeros centros culturales que abrió sus puertas al público después de la victoria, el 17 de mayo, con un acto solemne al que fueron invitados militares, artistas y diplomáticos.
Uno de los asistentes al evento escribió en esa ocasión en el libro de visitas una frase digna del propio Atlante: "¡No en vano hemos soportado todo esto sobre nuestros hombros!".