Tras la desaparición de la Unión Soviética y el fin del mundo bipolar, Estados Unidos se quedó sin enemigo, necesitaba crear uno nuevo ahora que el 'fin de la historia' había hecho posible que el capitalismo imperara en el mundo hasta la eternidad.
Aunque desde la misma firma de estos tratados, el Pentágono había comenzado a tomar medidas para reorganizar su contingente bélico en el hemisferio occidental, el proceso provocó no pocas contrariedades para el alto mando castrense estadounidense. El Plan Colombia vino a ser el procedimiento diseñado para reestructurar su presencia militar en la región, a partir ahora de la lógica de una supuesta lucha contra el narcotráfico.
La fusión operativa de estos dos enemigos permitió darle vitalidad y globalidad al concepto de narcoterrorismo. Aunque nacido en los años 80 del siglo pasado en Colombia para identificar a los grandes carteles de la droga que realizaban deleznables acciones armadas contra la población civil, Estados Unidos se apropió del término a partir de 2001 y comenzó su difusión masiva por la necesidad de registrar un enemigo tras su invasión a Afganistán en octubre de ese año.
Esta conceptualización política evade que Irán, Cuba, Venezuela y Nicaragua han sido refrendados por organizaciones internacionales independientes de Estados Unidos y por la propia Organización de Naciones Unidas (ONU) como países destacados en la lucha contra el narcotráfico, además de tener un ínfimo consumo interno. La incorporación a esta lista de la organización islámica libanesa Hizbulá se entiende solamente como parte del mecanismo de sustentación de la política de Estados Unidos en Asia occidental que tiene en Israel su principal soporte.
En el momento actual, la irradiación mediática del concepto de narcoterrorismo persigue objetivos similares en aquellas áreas del globo en las que Estados Unidos posee intereses geopolíticos estratégicos. En Asia occidental, ante el vencimiento y probable renovación del Plan de Acción Integral Conjunto con Irán sin Estados Unidos, este país quedará aún más aislado de Europa toda vez que su postura solo ha sido apoyada por Israel y Arabia Saudí, sus tradicionales aliados en la región. Las sanciones a Irán han afectado de manera sólida su economía, pero no han quebrado su voluntad de resistencia y apoyo a las posiciones antimperialistas y antisionistas en la región. Europa ya ha anunciado que, contrario a su política tradicional, en este caso no se subordinará a Estados Unidos, lo cual deja al Gobierno de Trump en una situación de debilidad en esta estratégica zona del mundo.
Ello explica el extraordinario e insólito despliegue militar y naval de la OTAN en el Caribe bajo disfraz de operaciones antinarcóticos en una región por la que solo transita el 4% del total de cocaína que Colombia envía a Estados Unidos en su perfecto negocio de mayor ofertante y mayor demandante. Todas las otras acciones, antes mencionadas forman parte de la fase exploratoria que la OTAN y el Comando Sur están realizando en la preparación de una acción contra Venezuela, esta vez con soldados profesionales y bajo mando directo del Pentágono.
La tercerización de las operaciones persiguen el objetivo de obtener información sobre la capacidad de respuesta técnico-operativa del dispositivo de defensa de las fuerzas armadas de Venezuela en el marco de la concepción de 'guerra de todo el pueblo', ante lo que altos oficiales de Estados Unidos han reconocido que les resulta muy difícil planificar y, eventualmente, ejecutar operaciones toda vez que desconocen la cantidad y calidad de la milicia y el pueblo militarmente organizado.
Otra posibilidad sería la realización de una operación de falsa bandera en Brasil o Colombia, organizada y ejecutada por fuerzas especiales de Estados Unidos o Israel y apoyo de los Gobiernos de esos países con el objetivo de culpar de las mismas a Venezuela, las FARC, el ELN de Colombia, Irán, Hizbulá o a cualquiera que se le ocurra a los laboratorios de terror de los órganos de inteligencia estadounidenses, buscando el mismo objetivo de legalizar una acción de gran envergadura contra Venezuela.
En la memoria reciente, están las armas atómicas en Irak, la represión del pueblo por parte de Gadafi en la Plaza Verde de Trípoli, las armas químicas nunca encontradas en Siria, la presencia de Osama Bin Laden en Afganistán, todo lo cual ha resultado falso, pero que han servido para justificar invasiones de Estados Unidos que han provocado millones de muertos y centenares de millones de dólares de daños producidos por la agresión imperial
La alerta está dada, ante cada nueva derrota de la política de Estados Unidos, emergen también nuevas acciones diseñadas en sus laboratorios de generación y promoción del terrorismo. Es evidente —porque también lo han dicho sus dirigentes— que irán escalando y apretando la horca contra Venezuela. En esa medida, en tanto se acerquen las elecciones de noviembre y en tanto sigan aumentando —como se ha pronosticado por los científicos— el número de contaminados y muertos por la pandemia en Estados Unidos, el peligro será mayor.
Hace unos años se coreaba que había que estar alerta porque la espada de Bolívar estaba caminando por América Latina, hoy, hay que tener esa espada presta para defender la ciudad y el país natal del Libertador.