Décadas después el entonces líder de la URSS, Mijaíl Gorbachov, relató que antes de la iniciativa el pueblo "estaba de juerga": de acuerdo con los cálculos del profesor de economía de la Universidad Duke (EEUU) y especialista en la Unión Soviética Vladimir Treml, en 1970 el consumo per cápita de alcohol en la URSS era de 12 litros y siguió creciendo, hasta 13,1 litros en 1975 y 14 litros en 1980.
De acuerdo con los datos del historiador ruso Alexandr Shubin, hacia 1985 en la URSS se registraron oficialmente cinco millones de personas que sufrían de alcoholismo, lo que fue un factor más a favor de las medidas contra el consumo excesivo de alcohol.
Pero "finalmente la campaña antialcohólica fue un error desde el punto de vista de su implementación, (...) no había que lanzar una campaña, sino llevar a cabo una lucha permanente contra el alcoholismo. No se puede poner sobria a la sociedad en un solo salto", dijo Gorbachov en una entrevista concedida al periódico Komsomolskaya Pravda en 2015.
No a un presupuesto ebrio
La ley seca entró en vigor en mayo de 1985, pero, según Gorbachov, los preparativos de la campaña empezaron antes, durante el Gobierno de Leonid Brezhnev (1964-1982), aunque este no la apoyaba, pues a él se le atribuye la famosa frase "el hombre ruso no puede vivir sin vodka". Mientras el siguiente líder soviético, Yuri Andrópov (1982-1984), bajó un 12% el precio de vodka (de 5,3 a 4,7 rublos por una botella de 0,5 litros), conocida popularmente como 'andrópovka'.
Pero había políticos que no apoyaron la idea. El entonces ministro de Exteriores Eduard Shevarnadze advirtió en contra de la destrucción de los viñedos, y el antiguo ministro de Finanzas Viktor Dementsev alertó que prohibir el alcohol cortaría el presupuesto en 16.000 millones de rublos (11.280 millones de dólares, según el cambio de 1985).
"Lo que me proponen ustedes no es otra cosa que emborrachar al pueblo. No podemos tolerar más nuestro presupuesto ebrio", respondió a esas objeciones Gorbachov.
Ataques contra alcohol
El 7 de mayo de 1985 el Comité Central del Partido Comunista aprobó la disposición "Sobre las medidas para superar el alcoholismo" y el Consejo de Ministros aprobó el decreto "Sobre las medidas para superar el alcoholismo y erradicar la producción de samogón" (bebida alcohólica destilada ilegalmente), que declararon la guerra contra el alcoholismo.
Los servicios del orden debían impedir el consumo de alcohol en lugares públicos y ayudar a colectivos laborales, organizaciones públicas y familias a someter a tratamiento a aquellas personas que abusaban del alcohol.
La Academia de Ciencias, junto con los ministerios especializados, tenían la orden de elaborar un programa de Estado para prevenir e impedir el alcoholismo, que incluiría los aspectos social, económico, demográfico, educativo, jurídico, psicológico y médico de ese problema.
La disposición del Partido también apuntaba a la necesidad de ampliar las investigaciones sobre la adicción al alcohol, sus efectos negativos para la salud, así como sus consecuencias sociológicas, económicas y demográficas. También se ordenaba reforzar la elaboración de nuevos fármacos para prevenir y tratar el alcoholismo, y acelerar la construcción de centros de rehabilitación.
Las medidas incluían reducir de manera drástica la fabricación de vodka y varios productos del vino, desarrollar los centros de cultura y lanzar una propaganda masiva de vida sana.
Luego, el 16 de mayo del mismo año se aprobó el decreto del Presidium del Consejo Supremo de la URSS "Sobre el reforzamiento de la lucha contra el alcoholismo" que suponía penas administrativas y penales por el consumo de alcohol y la presencia en estado de embriaguez en lugares públicos.
Los infractores de esas nuevas normas podían recibir hasta dos meses de trabajos forzosos correccionales con retención del 20% del salario, y en algunos casos un arresto administrativo de hasta 15 días.
Por infringir las reglas del comercio de bebidas alcohólicas se obligaba a pagar multas o ir a trabajos correccionales de hasta dos años. El decreto no solo castigaba a aquellos que producían alcohol ilegalmente para comercializarlo, sino también por destilarlo para su propio consumo.
Popularizar el estilo de vida sana era la prioridad para los sistemas de educación y salud, grandes organizaciones públicas y sindicatos de artistas. A partir de finales de mayo de 1985, periódicos y revistas publicaban casi a diario materiales sobre los daños que produce el alcoholismo. El lema de la campaña era 'La sobriedad es la forma normal de vivir'.
Balance de la guerra
Gracias a la ley seca, las autoridades lograron disminuir el número de delitos cometidos en estado embriaguez: de entre 533.000 y 555.000 registrados en 1985 (30% de todos los crímenes) a 415.000 (24%), de acuerdo con el historiador Shubin.
También se redujo el número de muertos en accidentes de tráfico asociados con el consumo de alcohol entre 1984 y 1986, de 46.700 a 39.000. A la vez el historiador Nemtsov apunta a que bajó el número de fallecimientos por intoxicación alcohólica, de 38.500 en 1984 a unos 11.000 en 1987.
Las pérdidas en el presupuesto eran considerables: según precisa Shubin, en 1980 la producción de alcohol generó 71.000 millones de rublos de ingresos, en 1985, 60.700 millones de rublos, en 1987, 36.500 millones de rublos. De acuerdo con algunas estimaciones, antes de la campaña la venta de alcohol generó el 25% de todos los ingresos del comercio minorista.
La lucha contra el alcohol devastó numerosos viñedos: tan solo en Moldavia fueron destruidas 80.000 hectáreas de un total de 210.000.
Según los datos del Centro de Pronóstico y Análisis de la Academia de Administración, entre 1985 y 1986 la iniciativa redujo un 51% la venta oficial de alcohol, pero el consumo bajó solo en 21% debido a un aumento drástico de la producción ilegal de bebidas alcohólicas artesanales. Gracias a ello en 1991 el consumo de alcohol volvió a los niveles previos a la campaña. Además, el crecimiento de este negocio ilegal provocó una fuerte escasez de azúcar en las tiendas de la Unión Soviética.
Por último, la operación antialcohólica dañó la imagen de las autoridades y en particular de Gorbachov. La ley seca provocó mitines de gente que estaba cansada de vivir con limitaciones. El historiador Alexandr Puchenkov afirmó en un comentario a la cadena Mir24 que "Gorbachov perdió gran parte de su credibilidad porque la mayoría de la población decidió que no era uno de los suyos".
"La fuerza principal de las manifestaciones de finales de los años 1980 e inicios de los noventa eran los hombres que (...) tenían que inventar métodos absurdos para comprar su copa legalmente ganada", apuntó el experto.