Como es sabido, es imprescindible el uso de ventiladores para atender a pacientes que están en cuidados intensivos con enfermedades que afectan el sistema respiratorio, muchas veces su vida depende de ello. Paradójicamente, el uso de respiradores artificiales puede significar un riesgo para la salud de los profesionales que lo manejan: durante el proceso de intubación y cada vez que el paciente exhala, corren un mayor riesgo de contagiarse. Resilientbreath, el primer "ventilador pandémico" del mundo, vendría a cambiar todo eso.
Se trata de un "ventilador pandémico", es decir: un respirador que fue especialmente diseñado para minimizar el riesgo de contagio de infecciones que corren los profesionales de la salud durante el control de la exhalación de los pacientes. Está hecho con piezas relativamente sencillas y fáciles de conseguir, tiene un código abierto y utiliza tecnologías versátiles como la impresión en 3D.
El equipo prevé construir para donar al menos 100 ventiladores una vez obtengan las licencias del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos de Colombia, y después, quizá también fabricar en México y Estados Unidos.
¿Qué es un ventilador pandémico?
Su objetivo principal es "controlar la exhalación", dinció Aparicio. Además de los clásicos filtros de partículas que tienen los respiradores para disminuir los efectos del proceso de aerosolización, se le agregaron rayos UV para esterilizar el aire exhalado por el paciente. Una vez intubado. así se disminuye el riesgo de infección de los profesionales de la salud.
"Se han hecho estudios que demuestran que los coronavirus son susceptibles de ser eliminados a través de un proceso de esterilización con rayos UV. El rayo está por dentro del aparato, y en la medida que circula el aire, es que se produce el proceso de esterilización, para que cuando el aire salga, salga sin virus. Esa es una de las novedades", contó.
Además, a diferencia de la gran mayoría de los ventiladores, vale recordar que el ResilientBreath es electrónico.
- Se controla fundamentalmente a través de "tarjetas y sensores" que detectan el flujo de aire y cierra y abre válvulas dependiendo de la función que necesite cada paciente. El software otorga una mayor "versatilidad" en el proceso de calibración, "es más preciso" que un ventilador mecánico, indicó Aparicio.
- Al ser un aparato sustancialmente electrónico, "no existe desgaste" en sus componentes. "Cuando tienes un elemento como una bomba, que infla y se desinfla —explicó Aparicio—, el desgaste de los materiales es rápido y constante".
- Es un aparato que podrá ser "actualizado": "es casi imposible actualizar un aparato mecánico por un tema de diseño, en un aparato electrónico haces actualizaciones del software metiendo cada vez más funciones, por ejemplo para parametrizar las funciones de respiración", ejemplificó.
"Eso nos da mucha ilusión para el futuro, porque podrías automatizar mucho más el ventilador, de tal manera que en aquellos lugares donde no hay tantos profesionales de la salud expertos en esto y que sepan usarlos (...) no sean tan dependientes del profesional y lo puedan usar; podrían hacer una supervisión remota", contó.
¿Quiénes están detrás del proyecto?
Todo empezó en la cabeza de Marco Mascorro, un ingeniero mexicano de robótica radicado en Sillicon Valley (California, Estados Unidos). Ante la demanda de ventiladores, a Mascorro se le ocurrió diseñar uno para ayudar a combatir la enfermedad COVID-19. Una vez que se hizo con un código y un diseño, lo publicó en sus redes.
Just finished a first prototype of the #Ventilator
— Marco Mascorro (@Mascobot) March 16, 2020
Video & design coming soon. #COVID19 #coronavirus #ventilators pic.twitter.com/oLOylsQl7v
"Fue una bomba", contó Aparicio. "Empezó a recibir llamadas y comunicaciones de gente de todo el mundo y se preguntó qué hacer. En ese momento nos pusimos en contacto y armamos un grupo para apoyar la iniciativa, somos siete ahora", agregó.
Pusieron dinero de su bolsillo para solventar los gastos de los componentes que necesitarían para llevar a cabo un prototipo. Hasta ahora han invertido 30.000 dólares, sin contar el trabajo no pago de más de 20 personas que participan en el proyecto. Están juntando fondos aquí.