Desde que en China se identificaron los primeros casos de infecciones del nuevo brote de coronavirus en diciembre de 2019, la enfermedad no ha hecho más que mostrar cuán contagiosa y letal puede ser: es muy probable que cuando leas esta nota ya haya cerca de 3 millones de casos y 200.000 muertes en 185 territorios. Pero no sólo, también ha mostrado lo endeble que pueden ser los sistemas de salud, que ante la emergencia sanitaria colapsan fácilmente, aumentando el riesgo de muerte por enfermedades tratables.
Cuando apareció, muy rápidamente se identificó al COVID-19 como una enfermedad generada por un virus de la familia de los coronavirus y se pensó que iba a ser controlada, tal como había sucedido con sus dos virus hermanos (el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) —que apareció en Cantón, China, en noviembre de 2002—, y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) —que se se desató 10 años después en la península arábiga).
Los sistemas de salud respondieron como pudieron:
- Se saturaron
En general, se saturaron en muy pocos días porque hay menos recursos humanos, hospitalarios e insumos de los necesarios para atender el distrés respiratorio que genera el COVID-19. Zabert considera que hasta que no haya una vacuna o un tratamiento preventivo, la asignación de recursos para atender a las personas durante los cuadros de severidad "van a tener que ser mucho más importantes que los que tenemos hasta ahora".
- Faltó equipamiento médico
Uno de los recursos imprescindibles son los respiradores, "que son costosos y estaban subasignados porque la tasa de pacientes que necesitaban estos insumos, en el mejor escenario, era 10 veces menor, y en los peores escenarios, como en Italia, 50 o 60 veces menor", indicó.
- La asignación de recusos no fue suficiente
La escasez ha dejado al descubierto "la poca asignación de recursos que se venía haciendo en muchos lugares y, además, lo heterogéneo [que pueden ser los sistemas de salud], qué bien se puede estar en algunos lados y qué mal se puede estar en otros", dijo Zabert.
Aunque aún hay "mucha incertidumbre, si algo ha desnudado esta pandemia es que todo el mundo está afectado, que todo el mundo se contagia, y que todos debieran recibir tratamientos y oportunidades similares", allí es hacia donde el sistema de salud debería estar yendo.