La ONG estima que las medidas de confinamiento han reducido en un 80% la presencia de trabajadores humanitarios en los campos de refugiados, lo que expone a los internos al peligro de brotes de enfermedades, abusos y violencia, además de la escasez de alimentos y agua potable.
El director de HRW Asia, Brad Adams, señaló que "cualquier restricción relacionada con COVID-19 no debería obstaculizar de forma significativa la capacidad de los grupos de ayuda para proporcionar alimentos, agua, atención médica y protección".
"Las autoridades de Bangladés deben protegerse contra la propagación de COVID-19 en los campos de refugiados rohinyás, pero es necesario hacer todo lo posible para limitar el daño de las medidas del confinamiento", agregó.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estimaba en torno a 855.500 en marzo pasado el número de rohinyás refugiados en el territorio de Bangladés. En su gran mayoría, son personas que habían escapado de las persecuciones en la vecina Birmania desde el 25 de agosto de 2017.
Hasta la fecha se registraron 6.462 casos de contagio por el coronavirus SARS-CoV-2 en Bangladés, incluidos 155 decesos, según la Dirección General de Salud.
En su sitio web, la organización sostiene que no acepta fondos del Gobierno de forma directa o indirecta, o apoyo de ningún donante privado que pudiera comprometer su objetividad e independencia.
Uno de sus mayores donantes, sin embargo, es el magnate financiero George Soros, patrocinador de varias fundaciones que aportaron dinero para las llamadas revoluciones de colores en diversos países.
En 2010, Soros anunció una donación de 100 millones de dólares en el transcurso de 10 años para Human Rights Watch.