El anhelo de una "OTAN Global", que como idea surgió ya a principios de los 2000, viene espoleado por las críticas que está recibiendo China tras la expansión de la pandemia por el planeta. A ello se añaden las maniobras militares de Pekín en aguas en el Mar de China Meridional, denunciadas por países limítrofes como Vietnam, Filipinas, Malasia y, por supuesto, Taiwan.
Un alto responsable de la Alianza Atlántica fue citado por la prensa francesa subrayando que "la crisis sanitaria ha reforzado la preocupación sobre China dentro de la OTAN". "Las maniobras de desinformación" —argumenta la misma fuente— "vienen no solo de Rusia, sino también de China".
Son mensajes lanzados al calor de la fiebre viral que recorre el mundo y que actúan como eco retardado de la declaración de Londres de la OTAN, que en su "cumbre" de diciembre pasado designaba a China, por primera vez, como un "desafío y una oportunidad". Antes de conocer el impacto global del coronavirus, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, acusaba en la capital británica a Pekín de lanzar ciberataques contra Europa y recurrir al espionaje industrial, lo que, según él, "tiene consecuencias para la seguridad de los países de la Alianza".
Asiáticos y, además, atlantistas
Stoltenberg incluso debió matizar recientemente que la OTAN no iba a desplegarse hasta el Mar de China, rompiendo así la ilusión de algunos estamentos japoneses, surcoreanos o malayos, deseosos de integrar una alianza militar que en su Artículo 5 obliga a todos sus miembros a acudir en defensa de uno de sus asociados.
La ambición asiática de la OTAN resurge pocos meses después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, considerara a la institución como "obsoleta". Algo más tarde, el presidente francés, Emmanuel Macron era todavía más duro y sentenciaba —por distintas razones— "la muerte cerebral" de esa asociación militar.
Fue precisamente el "factor chino" lo que salvó a la reunión de Londres del fracaso y la disputa semántica. Pero si ello ayudó a salvar la cumbre y redactar un comunicado original, también sirvió para poner en alerta a los países de Europa Central y Oriental, que unieron sus codos para defender el objetivo que ellos creen primordial o, incluso único de la OTAN, la defensa contra "la amenaza rusa".
Rusia, enemigo único
A los defensores de la pureza de la alianza, se añaden ahora otros socios para quienes Rusia no solo no levanta ningún temor, sino que, además, China se ha convertido en su principal donante de fondos.
Golpeados ya —mediante presión y obligación— por las sanciones comerciales contra Rusia, esos países nunca compartirían el sueño norteamericano de extender la OTAN hacia Asia-Pacífico. Los países europeos "ricos" lo serán menos tras la crisis que están sufriendo y tampoco apoyarán la idea de una OTAN Global. Por el momento, la fiebre del COVID-19 no produce tantas alucinaciones.