La historia detrás del Yakovlev 130D comenzó entre la década de 1980 y 1990, cuando ya estaba claro que el avión checo L-39 Albatros había quedado anticuado en los entrenamientos. Los pilotos soviéticos no podían cambiar de aeronaves en seguida, pasando a pilotar los cazas Su-27 o MiG-29, que eran más modernos. Tampoco podían tomar cursos porque en este caso el Estado necesitaba gastar enormes recursos financieros en su formación.
A raíz de una escasez de financiamiento las empresas involucradas en el desarrollo del Yak-130 entablaron una colaboración con socios extranjeros. En particular, empezaron a cooperar con la empresa italiana de Aermacchi, mientras que el MiG-AT se desarrollaba en conjunto con varias compañías francesas. El avión de la oficina de Mikoyan fue el primero en alzar el vuelo, el 16 de marzo de 1996.
Sin embargo, fue el avión de Yakovlev el elegido para ser adoptado por la Fuerza Aeroespacial de Rusia. Posteriormente y debido a una serie de discrepancias con la italiana Aermacchi el desarrollo del Yak-130 quedó paralizado en su última etapa. Cada empresa recibió la documentación técnica para la versión con base a la cual Aermacchi construyó el M-346 y Yakovlev desarrolló su Yak-130.
En 2009 el Yak-130 pasó exitosamente las pruebas estatales y en dos años empezó su producción en serie. Cabe destacar que el Yak-130 es el primer avión construido en Rusia por completo tras el desplome de la URSS.
Además, el Yak-130 es capaz de llevar hasta tres toneladas de carga útil, que incluye cuatro misiles guiados R-73 de clase aire-aire, otros cuatro Kh-25M de clase aire-superficie, varios no guiados de 266 milímetros y bombas aéreas, entre otros proyectiles. Totalmente armado y repostado este avión pesa más de 10 toneladas, superando por poco el peso máximo del caza estadounidense F-16 necesario para despegar.