La pandemia por COVID-19 nos ha obligado a quedarnos en casa solo con nosotros mismos y a compartir únicamente con los más allegados. Muchos adaptamos nuestros hogares para convertirlos en oficinas, reorganizamos nuestra rutina con el afán de ser más eficientes y pensamos que así lograríamos hacer esas cosas que nunca habíamos podido hacer antes: pintar, arreglar muebles, leer, hacer ejercicio, convertirnos en masterchef o panaderos, aprender a tocar un instrumento.
Sin embargo, rápidamente la dura realidad se encargó de darnos una bofetada y mostrarnos que quizá este no es momento de embarcarnos en nuevos proyectos, sino de centrarnos en atender nuestras necesidades básicas y que eso debería ser suficiente. Pero la presión por lograr hacer todas esas cosas sigue estando, o como escribió el periodista Nick Martin para The New Republic, tenemos la "la idea de que cada nanosegundo de nuestras vidas debe ser mercantilizado y apuntado hacia el beneficio y la auto-mejora".
"Creo que para los millennials, nuestros cerebros están particularmente rotos en términos de productividad. (...) O te rindes o te sientes mal por ello todo el tiempo", explicó a The New York Times Anne Helen Petersen, periodista y autora del libro Can't Even: How Millennials Became the Burnout Generation.
💸 Sputnik consultó al antropólogo Ezer May May quien alertó como la pandemia tiene un costado imprevisto: amortiguar el conflicto social. 🇲🇽🚝
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) April 22, 2020
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Es clave tener compasión por uno mismo en estos momentos. "Creo que cada persona está lidiando con esto de manera diferente, y que hay una verdadera tendencia a avergonzar a las personas que no están lidiando con esto de la manera que tú lo haces o que tienen circunstancias diferentes", dijo Petersen. Encontrar pequeños placeres también ayuda, así que no te estreses tanto.