Los documentos con las pruebas de crímenes de guerra de fascistas finlandeses contra ciudadanos soviéticos pacíficos se han desclasificado.
Los autores del pedido, las exprisioneras Valentina Móshnikova, Tamara Kardash, Lenina Makéyeva y Galina Chapúrina, señalaron que los invasores finlandeses "establecieron sus nuevas órdenes para la población civil, dividiéndola por nacionalidades y sometiéndola a la violencia y el exterminio", y esto "llevaba todos los signos del genocidio".
Una de las exprisioneras, Lenina Makéyeva, lamentó que el FSB hubiera desclasificado las pruebas de los crímenes 75 años después. En su opinión, debería haberse hecho mucho antes. Asimismo, la vicepresidenta de la Unión Carelia de exprisioneros juveniles de los campos de concentración fascistas expresó a Sputnik su disposición de ser testigo.
De niña, Makéyeva pasó dos años y ocho meses en un campo de concentración en Petrozavodsk. Los soldados del Ejército Rojo liberaron a los prisioneros sobrevivientes del campo de la muerte el 28 de junio de 1944.
"Yo mismo envié una carta a la entonces presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, y recibí una respuesta: 'A la Unión Soviética le pagamos todas las contribuciones'. Escribí que Alemania, por su parte, admitió sus errores y se disculpó con el pueblo de Rusia, mientras que los finlandeses, que eran aliados de la Alemania fascista, no lo hicieron", declaró Makéyeva.
En total, en el territorio controlado por Finlandia de la República Socialista Soviética Carelo-Finesa en 1941-1944 se crearon 14 campos para civiles "no nacionales". Para abril de 1942, había alrededor de 24.000 personas en ellos, es decir, el 30% de la población de la zona de ocupación. Según los datos de los archivos desclasificados, eran principalmente eslavos: rusos, bielorrusos y ucranianos. Según las estimaciones de los historiadores, durante los años de existencia de los campos, unas 50.000 personas pasaron por ellos.