Desde mediados de marzo, los gobiernos de Guatemala, El Salvador y Honduras solicitaron al gobierno mexicano detener las repatriaciones de migrantes para evitar la propagación del COVID-19 en los países centroamericanos. Con ello, no sólo se paralizó el tránsito al "sueño americano", también se incrementaron los riesgos que todos los días enfrentan estos grupos vulnerables.
La coordinadora ejecutiva de la Coalición Pro Defensa del Migrante, A.C., Esmeralda Siu, relató a Notimex que la emergencia sanitaria por coronavirus ha tornado aún más complicada la situación de los grupos en tránsito, ya que quienes desean regresar a su país de origen ya no tienen forma de hacerlo y aquellos detenidos por las autoridades muchas veces se niegan a recibir ayuda o prefieren seguir su camino.
😷🗺 "¡Se cerraron las fronteras!" "¡Quédate en casa!". Pero ¿qué sucede si quedarte en casa o en tu país significa tu muerte y la de tus seres queridos y todas las fronteras están cerradas?
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) April 1, 2020
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México, el puente donde reciben asilo
Según información del Instituto Nacional de Migración (INM), más de 21.000 migrantes quedaron varados en México desde la llegada de la pandemia al continente americano, de los cuales 12.500 se encuentran en el norte del país y nueve mil en el sur.
Este escenario llevó a organizaciones civiles defensoras de migrantes a solicitar una estrategia por parte del gobierno mexicano para atender y garantizar los derechos de este sector en medio de la emergencia, lo que incluía analizar con detenimiento la viabilidad de las deportaciones, así como la implementación de exámenes preventivos, informó Siu.
Bajo estos criterios, Siu explica que los albergues de la zona fronteriza con Estados Unidos se han visto obligados a ya no recibir más migrantes en sus instalaciones para facilitar la sana distancia, por lo que quienes llegan a los puntos de apoyo de la sociedad civil son trasladados, cuando ellos acceden, a los Centros Integradores de Migrantes (CIM).
'Quédate en México', la única opción
En enero de 2020, el programa denominado Protocolos de Protección a Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés), coloquialmente conocido como 'Quédate en México', cumplió un año de brindar asilo a migrantes centroamericanos mientras esperan la resolución de sus solicitudes de ingreso a Estados Unidos. Esto, sin imaginar la pandemia que se avecinaba.
Sin embargo, ahora ese no es el único problema, sino que la propagación del coronavirus y el cierre de cualquier procedimiento migratorio de retorno a Centroamérica o de ingreso a Estados Unidos está detenido, lo que ha convertido a México en una especie de "tercer país seguro", al menos hasta que la pandemia se extinga.
Este término está basado en los principios de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 e implica que un país puede negar asilo a una persona y remitirla a un tercer país, considerado "seguro". Aunque en la teoría, México ha rechazado tajantemente esta modalidad, el COVID-19 ha colocado grandes retos al frente.
La pandemia ha puesto a México a prueba conforme los países vecinos cierran sus fronteras a sus propios connacionales. Según informó Esmeralda Siu, existe un trabajo colaborativo entre organizaciones civiles e instancias migratorias. Sin embargo, la emergencia ha rebasado el cupo permitido por la sana distancia y, de no abrirse las fronteras pronto, quienes no puedan ser atendidos podrían quedar a la deriva también al interior del país.
Albergues y CIM contra el coronavirus
A pesar de la inmensa tarea que representa atender a los sectores vulnerables frente a la pandemia, la Coalición Pro Defensa del Migrante, con presencia en el norte del país desde 1996, informó que en las últimas semanas se han desarrollado protocolos de prevención y atención.
Además, comentó que tienen un protocolo para atender un posible caso de coronavirus en los espacios de refugio, donde existe un acompañamiento del sector salud para canalizar inmediatamente a quienes presenten algún síntoma a los centros de atención médica correspondientes.
A estas alturas de la contingencia, México se encuentra ante el reto de otorgar un refugio temporal a quienes su regreso a casa les fue negado por un enemigo invisible que ha contagiado ya a cerca de dos millones de personas en todo el mundo, sin distinción de género, raza o clase social.