Países del Viejo Continente desde hace muchos años siguen tratando de fortalecer los lazos y promover la integración entre sí. La firma de la Carta de Intención el pasado 26 de febrero en Zagreb (Croacia) marcó un hito en los esfuerzos que van dirigidos hacia la creación de un espacio común europeo en materia de inteligencia. La firma del documento formalizó la creación de la institución que recibió el nombre Colegio de Inteligencia en Europa.
Está previsto que el organismo coordinador del Colegio esté ubicado en París, pero las reuniones y las conferencias de la nueva organización serán celebradas en todos los países que la conforman. El Colegio está compuesto por 21 países de la Unión Europea —incluida España— más Noruega —que no forma parte de la UE ni planea ingresar en ella— y el Reino Unido —que recientemente salió del bloque—. También hay otros países que estaban presentes en la firma del documento como observadores.
¿Plataforma para discusiones o discrepancias?
A poco de que la organización haya sido creada, ya surgieron discrepancias tanto entre los miembros como entre estos y los observadores. La lista de los países de la UE que por ahora no forman parte de la nueva comunidad de agencias de inteligencia incluye a Polonia, Bulgaria, Eslovaquia, Grecia y Luxemburgo. Estos Estados más Suiza van a ser socios de la organización y se reservan el derecho de ingresar en ella con el paso de tiempo.
Pero si bien los polacos por fin afirman haber recibido la invitación para ingresar en el Colegio, otros países que tanto quieren incorporarse todavía no han sido aceptados. Se trata de Bulgaria que está en proceso constante de sincronización de su política con la de la UE. Los representantes búlgaros subrayaron que en ese sentido en incorrecto que su país quedara fuera de esta plataforma. De todos modos, esperan que la situación cambie.
Hay algunos países que participan en este proyecto y que categóricamente rechazan delegar cualquier parte de su autoridad en materia de inteligencia. Entre ellos están no solo los observadores —Grecia y Eslovaquia—, sino también los firmantes. Se trata de Hungría, el Reino Unido y Austria que no quieren compartir nada de datos. Pero estos países sí están listos para usar el nuevo organismo como una plataforma para discusiones o para compartir experiencias.
¿Una caricatura de agencia de inteligencia?
Primero, considerar al Colegio un prototipo de una futura agencia de inteligencia de la UE es una exageración porque lo describen como una plataforma para el diálogo. El Colegio está muy lejos de ser una agencia de inteligencia de Europa. Si esta comunidad desde el principio se presentara como una nueva agencia de inteligencia europea, muchos menos países ingresarían en ella por una sólida razón: simplemente no quieren compartir sus secretos.
Según la Carta de Intención, la organización es un "foro único donde todos los miembros de las comunidades de inteligencia nacional pueden reunirse". Este foro promueve y facilita el diálogo estratégico de los países europeos que participan en él, los académicos y los responsables políticos tanto a nivel nacional como a nivel continental, continúa. En pocas palabras, la meta es "realzar el pensamiento estratégico y el conocimiento mutuo en temas de interés común".
En el sitio web del Colegio se subraya que el nuevo organismo es una iniciativa intergubernamental, en beneficio de la seguridad de los europeos. Las actividades del Colegio "favorecen el diálogo estratégico entre las comunidades de inteligencia en Europa, a través de encuentros que permiten intercambiar experiencias profesionales", pero al mismo tiempo se destaca que estas se realizan "fuera del marco operativo".
Si bien algunos países podrían compartir sus secretos con los demás, otros están en contra de una cooperación tan profunda y estos últimos constituyen la mayoría. De este modo, el Colegio en la etapa actual puede considerarse nada más que un laboratorio de ideas. En otras palabras, las agencias de inteligencias nacionales no van a enviar información de relevancia al Colegio, sino que participarán en el análisis de temas determinados por los países miembros.
Competencia por parte de organización ya existentes
Durante muchos años se creía que el club no mostraba señales de actividad, pero a principios de este año los medios suizos confirmaron que el grupo dispone de sus propias bases de datos con información personal.
El Club de Berna estuvo involucrado en un escándalo en 2019 cuando algunos de sus integrantes visitaron la sede de la agencia de inteligencia austriaca y encontraron brechas en su sistema de seguridad. Esta visita sin invitación provocó la indignación de Viena. Hoy los austriacos son parte del Colegio, pero no están dispuestos a entregar sus secretos a ningún organismo supranacional.
El organismo no recopila la información por sí mismo, sino que reúne los datos obtenidos por los servicios especiales de los países miembros de la UE. Tanto el Club de Berna como el EU INTCEN tienen más autoridades e instrumentos para actuar que el Colegio de Inteligencia en Europa. Pero puede que esto cambie con el paso de tiempo. De todas formas, el Colegio tiene un largo camino que cubrir para convertirse en un organismo efectivo.
Las cuestiones de seguridad son competencia de cada uno de los miembros de la UE, por lo tanto el futuro del Colegio como la agencia de inteligencia de Europa es muy vago. Es igual de vago que otra iniciativa europea, la de crear un Ejército común, proyecto que también está lejos de cobrar vida. Hoy, tanto el Club de Berna como el EU INTCEN tienen más posibilidades de convertirse en la base para la posible agencia de inteligencia europea que el Colegio, pero todo esto a largo plazo.