Mientras que el tanque ruso pesado T-35 requería once personas para funcionar, uno de los tanques más omnipresentes de la Segunda Guerra Mundial, el T-34-85 soviético tenía una tripulación de cinco personas: el comandante, el artillero, el cargador, el conductor y el operador de radio.
El que guía
Si uno percibiera un tanque como un organismo vivo, el comandante sería tanto los ojos como el cerebro de esa entidad. Su trabajo es vigilar el campo de batalla, designar objetivos, dar órdenes a sus subordinados y actuar según las órdenes que recibe de sus superiores.
El que dispara
Los artilleros de tanques requieren una visión aguda y una reacción rápida para realizar sus tareas, aunque los avanzados telémetros láser y los sistemas de puntería con los que están equipados la mayoría de los carros de combate contemporáneos hacen el trabajo del artillero mucho más fácil de lo que era hace unas décadas.
El que conduce
El conductor es responsable de la locomoción de su tanque y del mantenimiento de su motor, para asegurarse de que el vehículo blindado llegue a donde debe estar, preferentemente sin ser alcanzado por el fuego enemigo.
Es el conductor quien debe asegurarse de que su tanque atraviesa el terreno accidentado sin atascarse, se posiciona de manera que el artillero pueda tener más facilidad para apuntar a los objetivos, dependiendo de lo que la situación actual y el comandante requieran.
Todos para uno y uno para todos
Además, originalmente solo personas de hasta 175 centímetros de estatura podían prestar servicio como tanquistas en el Ejército ruso. Esta restricción fue impuesta debido a la estrechez de los confines internos de los tanques, aunque esta limitación aparentemente no se aplica a las unidades blindadas como el T-14 Armata, en el que la tripulación se sitúa en un compartimento especializado y más espacioso.