El colapso de los sistemas de salud provocado por la pandemia de coronavirus hizo que muchos médicos no logren contar con todos los recursos para realizar los procedimientos sin exponerse a un contagio de COVID-19 u otras enfermedades transmisibles. La gravedad de este problema quedó de manifiesto en un experimento científico en el que también se comprobó la utilidad de un dispositivo que podría ayudar durante la intubación de pacientes.
Para demostrar la magnitud de la exposición, los médicos utilizaron un maniquí con vías respiratorias, algo habitual para simulaciones de intubación. Los investigadores colocaron en las vías del muñeco un globo de látex con 10 mililitros de colorante fluorescente, que inflaron con oxígeno comprimido a través de un tubo hasta que explotó.
La explosión, que simuló un ataque de tos durante la intubación, permitió demostrar el alcance de las gotas y partículas de aerosol en la habitación y sobre el cuerpo del profesional que se encuentra realizando el procedimiento. En efecto, a pesar de contar con mascarilla y lentes, se encontró contaminación en sus orejas, cuello y brazos. También se encontraron gotas del colorante a más de 2 metros del maniquí, sobre el suelo y otros objetos de la habitación.
¿Cómo solucionar el contagio durante la intubación?
Los médicos del hospital de Boston demostraron entonces la utilidad de un dispositivo que, por simple, no deja de ser efectivo para proteger a los profesionales de salud de la contaminación, según demostró el experimento.
Para que el médico pueda trabajar se añaden dos huecos circulares, dispuestos para permitir el ingreso de las manos del profesional. Así, desde fuera de la caja, el médico puede completar el procedimiento sin exponerse.
Al repetir el experimento con el maniquí, los investigadores comprobaron que las gotas fluorescentes solo se presentaron en manos y antebrazos del médico, que habían ingresado al cubículo. Orejas y cuello del profesional, así como piso y objetos de la habitación, permanecieron limpios.
En un artículo publicado en la revista científica New England Journal of Medicine, los médicos aclaran que el dispositivo aún no fue probado con un paciente real. Se estima que las partículas emanadas en la tos de un humano pueden superar a las emitidas durante la simulación. Además, los investigadores reconocieron que la caja puede complicar los movimientos del profesional durante la intubación, por lo que podría ser necesario retirarla.
De todos modos, consideran que el dispositivo aporta al menos "un mínimo de protección adicional y puede ser considerado un agregado a la protección estándar".