Su situación es similar a la de muchos negocios porteños a causa del COVID-19.
Son pocos los negocios que pueden abrir sus puertas en Buenos Aires en pleno confinamiento obligatorio por el nuevo coronavirus, y aun así padecen un retroceso de ventas que en el mejor de los casos se sitúa en el 40%, y en el peor llega hasta el 99%.
"Hacemos envíos de cafés en dos cuadras [manzanas] a la redonda y recibimos pedidos de especias, compras a través de la página o por correo, pero las ventas han bajado un 99%", dijo Juan, quien lleva al frente El Gato Negro desde hace más de 40 años, en diálogo con Sputnik.
El Gato Negro es uno de los denominados Bares Notables de la capital argentina, distinguido por ser uno de los restaurantes y cafés más emblemáticos de la ciudad.
Antes "trabajábamos 25 personas, pues estaba la cafetería, había dos turnos y teníamos cocina", contó Juan.
"Esto va camino de ser peor que (la crisis financiera y económica argentina de) 2001, porque por entones teníamos siempre abierto, entraba y salía gente aunque no se vendía gran cosa", reflexionó Juan.
En el preámbulo de la Semana Santa persiste apenas la venta de especias "porque la gente cocina un poco más", pero "es incierto lo que sucede cada día, hay que pagar proveedores y servicios pero estamos en un momento en que no podemos pagar nada", añadió.
Juan es consciente de que el sector gastronómico será uno de los últimos en incorporarse al ritmo comercial habitual, y lo asume como necesario.
"Nosotros, cuando comenzó todo esto, pusimos ocho mesas donde había veinte para dejar espacio, y con el salón de arriba hicimos lo mismo, pero enseguida llegó la cuarentena y cerró todo", señaló.
Farmacias también
"Hemos reducido en un 50% las ventas", dijo a Sputnik la encargada de una farmacia en el centro de Buenos Aires llamada Judith.
Al contrario de lo que pudiera presumirse, las boticas no han sido las grandes beneficiadas de la crisis económica que trae aparejado el cierre de locales y establecimientos en virtud del "aislamiento social obligatorio" que rige desde hace casi tres semanas.
"Los primeros días antes de que entrara en vigor la cuarentena, fue tremendo, pero mal, gente hubo como estrellas en el cielo, fue muy duro", explicó Judith al añadir que desde entonces la afluencia de clientes es significativamente menor.
En una zona comercial donde abundan despachos de abogados, la farmacia está acostumbrada a que en enero y en febrero bajen las ventas por el verano austral, pero en esta ocasión es aún menor la presencia de clientes, pues al día ingresarán unos 75, cuando antes de la pandemia solían ser el doble.
Las colas habituales que suelen formarse en torno a estos centros se alargan por la distancia mínima de seguridad que respetan las personas, a lo que se suma el cupo máximo de tres personas que se permite en esta farmacia.
"Nosotros no trabajamos con tantas obras sociales (que ofrecen descuentos de medicamentos), no damos vacunas, y además tenemos una oferta limitada: de los 4.000 fármacos que habrá en el mercado, vendemos unos 1.000, porque no tenemos de todas las marcas, entonces recurrimos siempre a los genéricos, lo que agiliza la atención al público", explicó la encargada.
Quioscos y panaderías
En una de las principales avenidas céntricas de la capital argentina un quiosco parece amurallado al tener uno de sus mostradores como obstáculo para franquear la entrada.
"De todos modos apenas viene gente; habrán bajado las ventas un 50%: en general 120 personas vienen en un turno y hoy de momento se habrán acercado unas 30", contó su único empleado, Walter.
Los clientes acuden sobre todo a adquirir cigarrillos, y ya de noche, quizás se animan a comprar alguna golosina, pero en general hasta la venta de dulces se ha reducido, matizó el responsable del quiosco.
"Lo que sí me sorprende es que viene gente mayor, de 50 para arriba, hasta de 80 años, y aparecen sin elementos de protección, tocando cualquier cosa", observó.
En una panadería del céntrico barrio de Monserrat las ventas se han desplomado un 40%, explicó Sergio, referente cocinero de la confitería.
Argentina continuará en cuarentena obligatoria hasta el 12 de abril, tras una primera prórroga que estableció el presidente, Alberto Fernández.
Con esta decisión, el mandatario decidió alargar el confinamiento obligatorio vigente desde el pasado 20 de marzo.