Los satélites de Urano —Miranda, Ariel, Titania, Oberón y Umbriel— cuentan con un conjunto único de propiedades. En particular, sus órbitas son paralelas al ecuador de Urano, y giran a una distancia inusualmente larga del planeta, a pesar de su masa relativamente pequeña.
Shigeru Ida, profesor del Instituto de Tecnología de Tokio (Japón), y sus colegas afirman que los cálculos anteriores eran erróneos porque usaban los mismos modelos que se usan para describir el proceso de la formación de la Luna, que surgió después de la colisión de la Tierra y Tea, protoplaneta del tamaño de Marte.
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Estos cálculos, según los científicos japoneses, no tomaron en cuenta la composición de Urano y el planeta con el que colisionó. Consistían casi totalmente de agua congelada y otras sustancias volátiles que se evaporan fácilmente cuando se calientan.
Los nuevos cálculos del estudio, publicado en la revista Nature Astronomy, muestran que la colisión creó un disco gigante en la órbita de Urano, que consistía casi totalmente de vapor de agua. Inicialmente, estaba demasiado caliente para que la humedad se condensara y se convirtiera en cristales de hielo de los que se podrían formar lunas y planetas.
Por lo tanto, gran parte del agua voló al espacio exterior antes de que el disco se enfriara y comenzara el proceso de origen de Miranda y otros grandes satélites de Urano. Como resultado, la proporción de agua en ese disco de vapor y polvo se redujo significativamente, y su masa y densidad cayeron a niveles compatibles con la actual composición de los satélites de Urano.