Su presidente hace campañas públicas contra las medidas drásticas de Río de Janeiro, San Pablo o Brasilia. Jair Bolsonaro exhorta a la gente a no acatarlas. Incluso reclama que, siendo una enfermedad que afecta principalmente a los mayores de 65 años, las escuelas deberían permanecer abiertas.
Esta visión del problema le está generando fisuras dentro de su propio gabinete, con ministros como el de Salud, Luiz Henrique Mandetta, y el de Economía, Paulo Guedes, los que según los medios locales son proclives a decretar una cuarentena obligatoria.
De hecho Mandetta, acompañado de otros ministros, pidió que se respeten las medidas de aislamiento social en aquellos estados donde se están aplicando.
"Lo que se está percibiendo cada vez más es que hay una diferencia creciente entre la conducción política del Gobierno, sobre todo en el caso del presidente con respecto a lo que es su base de sustentación parlamentaria, la posición de las FFAA y el conjunto de la conducción técnico sanitario que está asesorando al Gobierno. Son cuatro focos que no están convergiendo en la solución del problema", resumió Gómez Talavera.
El experto advirtió que el gigante sudamericano "está siguiendo una línea italiana. Si uno observa la evolución día a día tiene una curva muy similar (...) eso se puede ver en la evolución de los número de infectados", puntualizó.
Millones en riesgo
El 31 de marzo el Ministerio de Salud informó que el país había sufrido en las últimas 24 horas su peor día con 42 nuevas muertes, elevando el total a 201, y 1.138 contagios para hacer un global de 5.717.
Consultado sobre las estimaciones acerca de que la enfermedad podría afectar hasta un millón de personas, Gómez Talavera expresó que "ojalá se quede en un millón".
"Lamentablemente, en el caos de Brasil no hay coordinación, no hay política única y eso tiene todos los factores para maximizar la cantidad de víctimas. Tanto Brasil como Ecuador son los casos más graves de la región, donde las pendientes de infección son más preocupantes", advirtió.
"Esto puede ser dramático cuando el virus comience a circular socialmente, cosa que aún no ha llegado. El pico de Brasil está por llegar", aseguró. La misma lectura parece estar haciendo el presidente de EEUU, Donald Trump, que está pensando prohibir los vuelos desde y hacia Brasil.
"Sí, estamos ciertamente estudiando un veto", dijo el norteamericano al ser consultado por esa posibilidad durante su conferencia de prensa diaria sobre el coronavirus. "Estamos estudiando a muchos países a medida que se ponen en posición (de ser focos de la COVID-19). Brasil, para poner un ejemplo, no tenía problemas hasta hace muy poco, y ahora empiezan a tenerlos", alertó Trump.
Problemas fronterizos
Si bien ningún Gobierno de la región ha cuestionado públicamente el comportamiento de Bolsonaro ante la crisis, la preocupación existe porque puede desestabilizar los propios procesos de contención y recuperación.
"Cada Gobierno está atajando penales y ya tiene suficiente con el contexto interno como para opinar de Brasil", afirmó el investigador argentino.
Si nada cambia en cuanto al abordaje de la pandemia en la potencia regional, se dará una situación similar a la que enfrenta actualmente el país donde se produjo el primer contagio, aseveró.
"China está logrando controlar los casos pero en tanto tenga vecinos que no están en la misma sintonía de control, no va a poder normalizar totalmente la situación", graficó Gómez Talavera.
En caso de que los vecinos controlen sus propios contextos locales, "si tienen a un Brasil descontrolado", van a tardar mucho más tiempo por la porosidad de las fronteras, añadió.
En este contexto son varios los pedidos de juicio político y de renuncia para Bolsonaro. Pero bien el sistema político empieza a mostrar nuevas fisuras en torno a su figura y liderazgo, todavía "el Gobierno no es lo suficientemente débil como para caer".
Para Gómez Talavera "la clave en el caso brasileño pasa por la relación que mantenga la evolución del número de casos, su distribución regional y la situación interna del Parlamento. Esos son los tres factores que seguramente van a terminar definiendo la suerte del Gobierno Bolsonaro por esta crisis".