El Ejército Rojo empezó a prepararse para penetrar en Viena tras haber liberado Budapest. El secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, Iósif Stalin, ordenó el 17 de febrero que se lanzase una operación con el objetivo de destruir al grupo de los Ejércitos Sur de la Alemania nazi y ocupar las zonas situadas entre Bratislava, Brno, Viena y Nagykanizsa.
Los soldados alemanes habían organizado tres líneas de defensa que reforzaron a medida que las tropas soviéticas avanzaban hacia Viena. La primera línea se extendía a una distancia de entre cinco y siete kilómetros de la orilla del río Gron, donde había trincheras protegidas con campos de minas.
La segunda línea de defensa se encontraba a una distancia de entre 20 y 30 kilómetros de la primera. Los soldados alemanes construyeron varias fortificaciones cerca de los pasos a través del río Raba y convirtieron la ciudad húngara de Gyor en un gran nudo de resistencia, convencidos de que era inaccesible para las tropas soviéticas.
El 16 de marzo el Ejército Rojo pasó a la ofensiva tras instruir a sus fuerzas, y hasta la llegada del crepúsculo logró penetrar en la defensa de la Alemania nazi entre 3 y 7 kilómetros. Inicialmente los soldados nazis intentaron oponer resistencia, razón por la cual se desarrollaron feroces combates por la ciudad húngara de Szekesfehervar. No obstante, las tropas soviéticas consiguieron finalmente cercar al enemigo y al mediodía del 13 de abril liberaron Viena de los fascistas.