Era el año 1965 y cumplían diez años desde el inicio de la guerra de Vietnam. El Gobierno de Vietnam del Sur —proestadounidense— se esforzaba para combatir la rebelión comunista en su territorio. El país estaba viviendo momentos muy difíciles y en Washington la gestión militar ya entendía que su aliado no iba a sofocar la rebelión comunista del Viet Cong sin su ayuda. Es más, se vio claro que Saigón no sobreviviría la guerra sin la involucración directa de las fuerzas militares de EEUU.
Sin embargo, lo que iba a ser un simple paseo por el parque se convirtió en una verdadera carrera de obstáculos para la aviación norteamericana. Vietnam del Norte disponía de una red de defensa antiaérea muy avanzada gracias a la ayuda militar que le habían prestado sus aliados del bloque comunista, incluida la URSS. Los misiles de vanguardia causaron un gran número de derribos en la aviación estadounidense. El número exacto oscila entre 922 y 3.243 aeronaves derribadas.
¿Cómo comenzó la sangrienta campaña aérea?
Después de una serie de confrontaciones directas con los simpatizantes de Vietnam del Norte, en los que resultaron heridos.
Desde el principio la operación iba de acuerdo con la doctrina del llamado gradualismo. Es decir, inicialmente el objetivo fue mostrar la determinación de Estados Unidos de atacar blancos en el territorio norvietnamita en vez de destruirlos de verdad. El mando militar estadounidense prohibió a la aviación realizar ataques en un radio de 60 kilómetros de Hanói y 19 kilómetros del puerto de Haiphong.
Asimismo, quedó estrictamente prohibido volar en un radio de 60 kilómetros a lo largo de la frontera con China. Entretanto, Washington controló meticulosamente el transcurso de la operación. En particular, directamente dictó no solo qué blancos iban a ser atacados, sino también qué armamento sería utilizado en aquellos ataques y cuándo tendrían lugar las operaciones.
La ruta de la mayoría de los vuelos de ataque comenzaba en una de las cuatro bases en Tailandia. Luego, los aviones serían reabastecidos justo en el aire volando sobre Laos. Después, efectuarían ataques contra los blancos en Vietnam del Norte y regresarían a Tailandia volando sobre el mar. El país comunista fue divido en seis zonas: las primeras tres se convertirían en las zonas de operaciones para la aviación naval y las otras tres para la Fuerza Aérea estadounidense.
Tan solo para finales de 1965 los aviadores estadounidenses realizaron casi 55.000 misiones de combate y lanzaron cerca de 43.000 toneladas de bombas. Solo aquel año durante las misiones dirigidas contra Vietnam, Estados Unidos perdió 170 aeronaves.
Los combates se intensifican: un infierno en la tierra y en el aire
En la etapa inicial las Fuerzas Armadas norvietnamitas no disponían de una red sofisticada de defensa aérea, pero esto cambió a medida que se desarrollaba el conflicto. Ya en 1965 a la artillería aérea se sumaron los cazas MiG-17, aviones subsónicos que a primera vista parecían poco efectivos en comparación con los aviones de vanguardia estadounidenses que participaron en misiones contra el territorio norvietnamita.
Para 1967 el arsenal aéreo de Vietnam del Norte contaba con 100 aeronaves, muchas de ellas estaban estacionadas en pistas chinas, fuera del alcance de los ataques aéreos estadounidenses. Pese al hecho de que la cantidad de las aeronaves norvietnamitas fuera minúscula, estas causaron cierto daño al enemigo. La situación fue desfavorable para EEUU y se debía a la negativa de Washington respecto a la posibilidad de bombardear aeródromos norvietnamitas donde también se ubicaban varios cazas.
Durante la operación Rolling Thunder la Administración Johnson detuvo los ataques en varias ocasiones tratando de convencer a las autoridades del Vietnam comunista de sentarse a negociar, sin embargo estos intentos no trajeron los frutos esperados. Para la primavera de 1967 algunos miembros de la Administración estadounidense llegaron a la conclusión que los ataques aéreos contra Vietnam del Norte habían sido en vano y que habría que suspender la operación.
Conclusiones y desenlace de la ofensiva aérea contra Vietnam del Norte
Entre el marzo de 1965 y noviembre de 1968 los aviones estadounidenses realizaron 306.183 misiones de combate. El Departamento de Defensa anunció el 31 de diciembre de 1967 los resultados preliminares de la operación e informó que para aquel entonces había lanzado 864.000 toneladas de bombas contra Vietnam del Norte, es más de lo que fue lanzado por EEUU durante la guerra de Corea o en el Pacífico en la Segunda Guerra Mundial.
La CIA evaluó que Rolling Thunder causó daños por valor de 500 millones de dólares al Vietnam comunista. La operación se cobró la vida de 52.000 personas, muchos de ellos eran civiles.
Estados Unidos, por su parte, perdió 1.084 efectivos, eran miembros de las tripulaciones de las aeronaves que bombardearon Vietnam del Norte. Pero todas estas muertes fueron en vano porque los resultados resultaron insatisfactorios. EEUU no alcanzó su meta principal que fue coaccionar a Vietnam del Norte a dejar de ayudar al Viet Cong en el sur. El Pentágono quiso derrotar a Hanói sin librar una guerra terrestre directa contra él.
Los medios que usó Washington en su ofensiva aérea contra el norte fueron claramente barbáricos. El número de las víctimas civiles habla por sí mismo: fue un acto inhumano contra la gente inocente norvietnamita.
Quizá la frase más emblemática que mejor describe el enfoque de Estados Unidos hacia la operación contra Vietnam del Norte son las palabras de general Curtis LeMay, quien prometió bombardear el país para "hacerlo volver a la Edad de Piedra", pero pese a todas sus tentativas Washington evidentemente no consiguió doblegar el espíritu del pueblo vietnamita. EEUU se retiraría de Vietnam en marzo de 1973.