El franquismo jamás ha pasado a ser un epígrafe más en el libro de Historia. España aún tiene aquel periodo marcado en la piel. Han transcurrido más de 40 años desde el fallecimiento del 'generalísimo' Francisco Franco y la transición a la democracia, pero las secuelas siguen latentes. Se ha visto estos últimos meses con la exhumación del dictador del Valle de los Caídos, el resurgimiento de su simbología en mítines de algunos partidos políticos o las recientes decisiones legales. La publicación del expediente de las medallas a Billy el Niño (el ex policía Antonio Fernández Pacheco, juzgado por torturas) o las posibles sanciones por el enaltecimiento de la dictadura reabren cada poco tiempo el debate.
Después se refiere en concreto al Valle de los Caídos. Y dice que "se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos" antes de apostillar "en ningún lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo". Por último, añade: "El Gobierno, en colaboración con las demás Administraciones públicas, confeccionará un censo de edificaciones y obras realizadas por miembros de los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, así como por prisioneros en campos de concentración, Batallones de Trabajadores y prisioneros en Colonias Penitenciarias Militarizadas".
Restituir la democracia eliminando o alterando los rescoldos del pasado es un debate controvertido que se ha puesto en la mesa con casos contados y sin una solución concreta. Por ejemplo, el Arco de la Victoria de Moncloa, en Madrid, ha sido objeto de discusión hasta en tres ocasiones. En 2004 se planteó cambiar su denominación por Arco de la Concordia. En 2010, Izquierda Unida pidió que se retiraran las dos inscripciones de los frontispicios. Una es "Fundada por la generosidad del Rey / Restaurada por el Caudillo de los Españoles / La sede de los estudios matritenses / florece en la presencia de Dios". Y otra: "A los ejércitos, aquí victoriosos / la inteligencia / que siempre es vencedora / dedico este monumento". Y en 2018, el Ayuntamiento de Madrid quiso llamarlo Arco de la Memoria cuando realizó el cambio de nombre de las calles.
Al respecto, Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, comentaba en un artículo de El País que "debería salir a concurso". "Es vergonzoso que en 40 años no haya molestado a nadie. Van pasando los presidentes y los rectores y ese arco, que celebra la victoria de un grupo de golpistas, sigue estando ahí. Habría que reinterpretarlo de alguna forma; usarlo, tal vez, como pantalla". Arturo Peinado, de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, coincidía en declaraciones al mismo periódico: "Hay que resignificarlo. Podría ser un homenaje a la defensa de Madrid, como el arco de la defensa de París".
"Junto a los más conocidos, como el Valle de los Caídos y otros memoriales, o los escenarios de las batallas de Brunete y del Jarama, habría que citar muchos otros menos espectaculares pero no menos cargados de significado, como cárceles y campos de concentración”, esgrimen a Sputnik cuando se les pregunta por el concepto genérico de "arquitectura franquista".
Creen desde la Plataforma, donde han reunido algunos de estos lugares en la Comunidad de Madrid, que “es importante visibilizar y pedagogizar este patrimonio para recuperar —y mantener— la memoria de un periodo que marcó trágicamente la Historia de nuestro país”.
"Teniendo en cuenta la importancia y cercanía de la Guerra Civil y la subsiguiente Dictadura franquista, sería adecuado crear espacios de memoria", opinan, "en el que se desarrolle un discurso pedagógico sobre lo sucedido, y se exhiban los elementos retirados con valor histórico o artístico que contribuyan a explicar las distintas etapas del periodo considerado, desde el fallido golpe de estado, la subsiguiente Guerra Civil y la represión ejercida por el bando vencedor, a la implantación y consolidación del Régimen franquista, su autoexaltación, y las medidas tomadas por los gobiernos sucesivos para enmendar la situación heredada y educar a las futuras generaciones en el respeto de los valores democráticos e igualitarios".
Pallol —que califica esa arquitectura como "rancia", "siniestra" o "casposa"— habla incluso de "revanchismo" o "caciquismo" en pueblos, aunque también se puede mencionar la retirada actual de los versos de Miguel Hernández en el Memorial del cementerio de La Almudena (en Madrid) en honor de las víctimas de la Guerra Civil. En el "top" sitúa al emblemático Valle de los Caídos, a la Academia de Infantería de Toledo, la Universidad Laboral de Gijón o el complejo del Ejército del Aire en Madrid.
"Estos inmuebles son difíciles de borrar. Se puede hacer con bustos, insignias u otros elementos arquitectónicos", reflexiona, catalogándolo de "un tema delicado" que ningún político se ha atrevido a discutir.
"Con el PSOE [Partido Socialista, en el cargo durante 14 años desde 1982 a 1996 y luego de 2004 a 2011] y la Ley de Memoria Histórica volvieron a la luz, pero luego se silenció, hasta que el PP [Partido Popular, que lo suplió en 2011 hasta 2018] lo dejó oculto", analiza. "En España preferimos ignorar este legado", sentencia, "mucha gente ve estos edificios descontextualizados, cree que el Arco del Triunfo lo puso Trajano o que el Ministerio del Aire es del XVI, y ese desconocimiento de nuestro pasado inmediato hace que estos edificios parezcan neutros, inofensivos…, y no lo son".