El ecologista Sheema Abdul Aziz fue testigo de un curioso hecho en 2017 mientras estudiaba el comportamiento del zorro volador —una especie de murciélagos— en la isla malasia de Tioman junto a un grupo de investigadores.
El científico observó junto a su colega, Marcus Chua, un investigador del Museo de Historia Natural Lee Kong Chian de Singapur, cómo las águilas marinas de vientre blanco agarraron a uno de los miembros de una colonia de zorros voladores, que estaban en un árbol.
Lo que más sorprendió a los científicos fue que la pareja de águilas esperara que el murciélago nadara a la orilla y justo cuando estaba a centímetros de la playa, tras 20 minutos de nado, una de las aves se abalanzó contra la indefensa criatura para lanzarla de nuevo al agua.
Lastimosamente, ni Aziz ni Chua pudieron observar si las águilas atacaron por tercera vez al murciélago, quien logró llegar a la orilla. Estas acciones, que parecen mostrar un alto grado de crueldad por parte de las águilas, dejaron boquiabierto a los científicos.
No obstante, lo que fue una sorpresa para los investigadores, no lo fue para los locales, quienes señalaron que estaban acostumbrados a este perverso ritual.
"Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que las águilas podrían estar haciéndolo a propósito y podrían haber sido más inteligentes de lo que les habíamos dado crédito", explicó el ecólogo.
Debido a que los investigadores no tenían como objetivo estudiar este extraño comportamiento, no alcanzaron a ver si el zorro volador perdió la vida y fue utilizado como alimento, por lo que desconocen el fin último de las águilas.