El biatlón es la modalidad deportiva de invierno que combina el esquí de fondo y el tiro con carabina, que goza de mucha popularidad en los países nórdicos, así como en EEUU, Alemania, Francia, Italia y, por supuesto, en Rusia.
La presente edición del Campeonato Mundial ya tiene a su protagonista: es el biatleta ruso Alexandr Lóguinov, de 28 años, quien ganó la carrera de 10 kilómetros velocidad (sprint) y fue tercero en la carrera de 12,5 km persecución.
Para comprender mejor el secreto del éxito del deportista ruso, vamos a analizar su trayecto profesional.
Alexandr Lóguinov vio la primera luz del mundo el 31 de enero de 1992 en la ciudad de Sarátov, situada a orillas del embalse del río Volga, a poco más de 800 km al sureste de Moscú. Sus padres no tenían relación alguna con los deportes.
Sin embargo, a los 13 años de edad, bajo la influencia de su hermana mayor Tatiana, se sintió atraído por las carreras de esquí de fondo.
En 2006, cambió el esquí por el biatlón e ingresó a la escuela especializada juvenil de su terruño natal, que a la vez es uno de los centros olímpicos de reserva de Sarátov.
Al año siguiente, cumplió con las exigencias de las normativas y consiguió el título de "candidato a maestro del deporte" en biatlón y carreras de esquí.
En 2008, ganó el campeonato nacional de biatlón juvenil, al mismo tiempo que se convirtió en medallista de las competiciones de carreras de esquí en la categoría "junior".
En 2009, a la edad de 17 años, el ahora campeón mundial de biatlón fue incluido en la selección nacional de Rusia. Su innato talento se dejó traslucir muy pronto, ya en su debut.
Así, en el campeonato juvenil 2010 fue quinto en la modalidad de sprint, cuarto en la de persecución y redondeó su participación ganando la medalla de oro en relevos.
Al año siguiente, en el Campeonato Mundial de biatlón celebrado en la República Checa fue tercero en sprint y en persecución, y volvió a ganar la medalla de oro en relevos.
Los años 2012 y 2013 continuaron siendo triunfales para él, ganando cada año 3 medallas de oro en la carrera de relevos en los Campeonatos Mundiales de Austria y Bulgaria, respectivamente.
Todo indicaba que había nacido una nueva estrella rusa del biatlón mundial. Sin embargo, su vida deportiva se vio seriamente afectada en noviembre de 2014, cuando fue publicada la noticia sobre el positivo resultado de la prueba de dopaje A, con fecha 26 de noviembre de 2013.
En realidad, la historia del dopaje de Lóguinov está llena de contradicciones, incluso existe una versión que asegura que fue sacrificado a fin de salvar a otros biatletas, a los que castigar era imposible.
Durante el período de su forzada inactividad deportiva, el biatleta ruso fue víctima de ataques verbales, de parte de sus colegas extranjeros, entre ellos el francés Martin Fourcade.
Sin embargo, Lóguinov demostró caballerosidad, dominio de sus emociones y no respondió a ninguna provocación. Aún más, el 9 de febrero de 2017, en la carrera mixta del Campeonato Mundial de Hochfilzen, Austria, Martin Fourcade provocó la caída de Lóguinov, instantes después de que este había entregado el relevo a Antón Shipulin.
Ese acto del líder francés fue con razón duramente criticado públicamente, pero Lóguinov mantuvo la serenidad y continuó su camino ascendente.
Los integrantes de las selecciones masculina y femenina de biatlón de Rusia llegaban al Campeonato Mundial 2020 desmoralizados por las decepcionantes participaciones en las etapas de la Copa del Mundo, donde no habían alcanzado ninguna medalla de oro, y agobiados por los negativos comentarios de la prensa, y el constante cotilleo del dopaje.
En realidad, casi la totalidad de los colegas especialistas en biatlón, nacionales y extranjeros que hoy encumbran y alzan cánticos victoriosos a Lóguinov, le daban a Rusia siquiera una posibilidad de ganar alguna medalla de oro.
La fiesta mundial de biatlón continúa y, solo Dios sabe qué otras sorpresas nos esperan, antes de que llegue a su clausura. Lo evidente es que Alexandr Lóguinov es hoy en día uno de los líderes del biatlón mundial.