Álvaro se define como autodidacta y comenzó a pintar desde chico, junto con su abuela que era artista. Primero hizo murales en bares pequeños de Buenos Aires, que acompañaban "la onda" del lugar. El siguiente paso fueron los murales 3D para discotecas. También trabajó en la escenografía de importantes películas como El secreto de sus ojos y Lucky Luke.
"En 2015 hice uno para el boliche Parada Trece. Fue muy divertido porque pusimos al DJ en la altura, en una cabina que era un ovni y se chocaba con un avión. Había mucha creatividad y lo bueno es que teníamos libertad para hacerlo. El dueño tenía una colección de autos y motos que terminamos colgando en las paredes", contó.
Agregó que los murales 3D aún no son muy comunes, porque son más caros que los tradicionales y porque no hay tantos artistas que sepan hacerlo. Aunque cada vez son más las cervecerías artesanales que lo piden para darle identidad al local.
Pero la tendencia se está metiendo también en los hogares y cada vez son más los arquitectos que incluyen el arte en los departamentos, desde esculturas hasta murales. Normalmente lo que más le piden son imágenes de caras.
"Hoy se están viendo incluso casas con murales, algo que antes era una locura. Eso demuestra que la gente lo está aceptando mucho más y que es algo diferente, que suma. Es algo que llama la atención y eso, para bien o para mal, hace que se consuma. Por eso creo que esta tendencia viene para largo", concluyó.