El miedo es la clave. De acuerdo al Banco Mundial, 90% del daño económico provocado por las epidemias proviene del temor de las personas a encontrarse con posibles infectados. Esto provoca que las tiendas cierren, el turismo se detenga y la economía pierda. Si al miedo se le agrega la puesta en cuarentena de ciudades enteras, un número creciente de muertes, y que el epicentro es la segunda economía del planeta, el problema toma nuevas dimensiones.
"China es la segunda economía más grande pero es el principal comprador de todo el mundo. Entonces cuando decide cerrar sus fronteras quiere decir que va a limitar el envío de mercancías pero también va a limitar la demanda de productos", explicó en diálogo con Sputnik la economista mexicana Irasema Andrés.
De hecho, cuando la epidemia del virus SARS afectó al mismo país entre los años 2002 y 2004, los efectos fueron muy importantes para la economía nacional pero considerablemente menores a los actuales en términos internacionales. Por entonces el aporte que hacía China al Producto Bruto Global era de alrededor del 4 %, mientras que actualmente es de 16 %.
Ganadores y perdedores
La demanda interna en China cayó estrepitosamente. Restaurantes, tiendas e industrias cerraron sus puertas y detuvieron sus actividades. El comercio electrónico se detuvo a la interna y disminuyó a nivel internacional. Sin embargo, donde los efectos se notaron más rápido fue en el sector turístico cuyas pérdidas, sobre todo en Asia, son multimillonarias.
En el otro extremo, las acciones de los laboratorios y empresas de insumos médicos pasan por su mejor momento gracias al aumento de su demanda. De igual manera que los activos considerados más seguros como algunos tipos de bonos, el dólar, y en ciertos casos el petróleo o el oro, que actúan como refugio financiero en momentos de incertidumbre.