La existencia de los campos de concentración —convertidos hoy en museos— sirve como recordatorio de la atroz campaña nazi que acabó con millones de vidas inocentes. El régimen inhumano explotó a los prisioneros y luego los aniquiló. Pocos sobrevivieron a las condiciones brutales de Auschwitz. Aquellos que lograron conservar sus fuerzas y tener la suerte de sobrevivir vieron llegar a Ejército Rojo y se salvaron.
Es incluso peor. Resultan ser políticos prominentes, líderes de los países que sufrieron las atrocidades cometidas por los nazis. Se trata de Polonia y Ucrania. Los presidentes de estas dos naciones no atendieron al Foro Mundial del Holocausto que se celebró en Israel el pasado 23 de enero. Al evento sí asistió el mandatario ruso, Vladímir Putin, quien pronunció un discurso durante el que señaló que la URSS pagó un alto precio en la lucha contra el nazismo.

La Unión Soviética perdió alrededor de 27 millones de sus ciudadanos en aquella guerra, agregó. E Israel lo recuerda y reconoce el papel del Ejército Rojo. De hecho, este fue uno de los temas clave del foro. El ejemplo de Tel Aviv debería ser didáctico, especialmente para los líderes de Polonia y Ucrania.
El intento de nacionalizar la historia
En su declaración el dirigente ucraniano se refirió a la liberación de Auschwitz, pero no mencionó al Ejército Rojo. En su lugar, hizo referencia al Primer Frente Ucraniano, una agrupación de las Fuerzas Armadas de la URSS. El frente en realidad no estuvo compuesto exclusivamente por ucranianos, sino por representantes de varias etnias de la Unión Soviética.
El presidente recordó el papel de uno de los batallones de la 100 división de Leópolis. Sin embargo, esta agrupación no provenía de dicha ciudad —que actualmente forma parte de Ucrania—: Leópolis fue la ciudad que liberaron. La división estaba mayoritariamente compuesta por oriundos de las regiones norte de la parte europea de la Rusia socialista.

En este sentido, es importante aclarar que los representantes de los muchos pueblos de la Unión Soviética no sirvieron en unidades nacionales por el simple hecho de que estas, como tales, no existían. En otras palabras: el mérito de la liberación de Europa por parte del Ejército Rojo no puede ser repartido entre las antiguas repúblicas de la URSS. Fue el logro de todos los pueblos del país.
Lamentablemente, ese panteón no solo incluye a los ucranianos que lucharon en las filas del Ejército Rojo, sino también a los nacionalistas que a lo largo de su vida colaboraron con los nazis. Las autoridades ucranianas juegan con fuego desde hace tiempo: quien no recuerda la historia está condenado a repetirla.
Desagradecidos
La situación no mejora en Varsovia, donde las actuales autoridades polacas culpan a la URSS de haber colaborado con los nazis en la división y ocupación de su país. Los soldados soviéticos sí ingresaron en el territorio de Polonia en 1939, pero los territorios que la URSS ocupó estaban pobladas por ucranianos y bielorrusos. Moscú unió estos territorios con las repúblicas soviéticas respectivas.
Además, Polonia no está contenta con el hecho de que el Ejército Rojo la liberara de la ocupación nazi y como consecuencia instalase un régimen comunista —compuesto por los propios polacos—.
Sin embargo, hace falta reflexionar sobre qué sería del Estado polaco de no ser del Ejército Rojo. Los demás aliados estaban lejos y lucharon en los frentes oeste y sur de Europa. Los polacos por sí solos no pudieron resistir a la maquinaria nazi, por lo cual los soldados soviéticos fueron su única oportunidad de sobrevivir.

Si no fuera por ellos, Polonia y los polacos simplemente no existirían hoy en día. Los alemanes tenían previsto erradicar o expulsar a los polacos de su territorio con el paso de tiempo. Los demás serían germanizados. Esta fue una amenaza inminente para la existencia de la nación polaca.
Pero las autoridades polacas prefieren hacer caso omiso de este hecho. El reconocimiento de los méritos del Ejército Rojo efectivamente contradice la coyuntura política actual y pone en duda la existencia de la imaginaria amenaza rusa, un cuento con el que aterrorizan a la población de Europa desde hace tiempo.