Para conmemorar el bautismo de Jesucristo —y para lavarse los pecados, según algunos— los creyentes se zambullen tres veces en las gélidas aguas de los ríos y lagos.
Con el paso de las décadas, la costumbre se hizo popular también entre las personas no religiosas, quienes se dan un chapuzón este día por creer que es beneficioso para la salud.