Una década con récords de tasas de interés bajas ha preparado esta trampa: los bancos centrales están tratando de apoyar el crecimiento económico con dinero barato, aunque esto no parece tener mucho efecto en la economía real.
La deuda global excedió en más de 3,2 veces el tamaño de la economía mundial, llegando a 253 billones de dólares en el tercer trimestre de 2019, según se desprende del monitoreo realizado por el Instituto de Finanzas Internacionales en Washington (IIF). En los últimos cinco años, ha crecido en casi 30 billones de dólares y sigue batiendo récords.
El crecimiento de la deuda global permite que la economía mundial no caiga en una recesión, pero promete problemas a largo plazo e incluso puede convertirse en un catalizador para una nueva crisis financiera, dijo al medio ruso Rossiyskaya Gazeta el analista financiero Serguéi Suverov.
Si las tasas de interés comienzan a aumentar, habrá más y más quiebras de empresas. Particularmente peligrosa es la situación en China que sufre una alta carga de deuda (alrededor del 250% del PIB).
Los analistas han estado observando ansiosamente a China durante mucho tiempo, sospechando que esta vez una reacción en cadena de la crisis comenzará allí (y no en EEUU, como en 2008). Los países desarrollados (principalmente el líder de la eurozona, Alemania) dependen de la demanda china de equipos y automóviles, mientras que Rusia y otros grandes exportadores de petróleo y gas dependen de la demanda de hidrocarburos.
Según el IIF, en el futuro la deuda global crecerá aún más rápido, a pesar de la desaceleración de la economía mundial, y para fines de este año superará los 257 billones de dólares, principalmente debido a las deudas de las empresas.