Según los datos preliminares, las aeronaves se estrellaron debido al mal funcionamiento del sistema de estabilización de vuelo, conocido como el MCAS por sus siglas en inglés. Dicho sistema bajaba automáticamente el timón de la aeronave, haciendo que cayera en picada.
Actualmente se está indagando si las dos secciones de cableado que ejercen estas funciones se encuentran demasiado cerca entre sí y podrían causar un cortocircuito, que por su parte podría llevar a un accidente aéreo. Por su parte, un portavoz del fabricante estadounidense indicó que aún es demasiado temprano para "especular" si el nuevo descubrimiento llevará a más modificaciones en el avión y por consiguiente mayores retrasos en su vuelta al servicio.
De hecho, estaba previsto que la nueva certificación de la aeronave tendría lugar en 2019, pero debido a los retrasos en la inspección de los Boeing 737 MAX esta se pospuso hasta 2020. Visto este cambio, la compañía estadounidense congeló la fabricación de estos aviones, que desde principios de 2019 se encontraban estacionados por todo el mundo.