"El secretario Pompeo notó las medidas tomadas por el Gobierno de Irak para mejorar la situación de seguridad y apuntó a la obligación del Gobierno de Irak de prevenir nuevos ataques contra nuestra misión diplomática", dice un comunicado de la portavoz del Departamento de Estado Morgan Ortagus difundido este miércoles.
Pompeo condenó el "ataque terrorista apoyado por Irán" contra la embajada de EEUU en Bagdad del 31 de diciembre.
El 29 de diciembre, el Pentágono dijo haber lanzado ataques de precisión a varias instalaciones del grupo Kataeb Hizbulá en Irak y Siria en represalia por el atentado contra una base estadounidense cerca de Kirkuk, que mató a un contratista de defensa y causó heridas a cuatro soldados dos días antes.
Las Unidades de Movilización Popular (conocidas también como Al Hashd al Shaabi, por su nombre en árabe) informaron de 25 muertos y 51 heridos como resultado de los ataques estadounidenses.
Los bombardeos encolerizaron a los chiíes iraquíes que intentaron el 31 de diciembre un asalto a la embajada de EEUU en Bagdad, destrozaron la puerta e incendiaron la valla exterior del recinto.
En el segundo día de las protestas, los militares estadounidenses que protegen la embajada lanzaron gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes.
Pompeo habló el mismo día por teléfono con el primer ministro iraquí y el presidente del país Barham Salih "para reiterarles su obligación de proteger a nuestro personal y nuestra propiedad".
El Departamento de Estado informó que las autoridades iraquíes habían prometido proteger a los estadounidenses.
El presidente de EEUU, Donald Trump, responsabilizó a Irán del asedio a la embajada y advirtió en su cuenta de Twitter que "pagará muy caro" en el caso de que haya víctimas humanas o se ocasionen daños a algunas instalaciones; por su parte, el secretario de Defensa, Mark Esper, anunció el envío inmediato de unos 750 soldados adicionales a Oriente Medio.