"Consideramos que nuestras acciones tienen mucho de política, pero las no acciones también tienen mucho de política. Si nosotros hacemos una reivindicación por precios populares, o por no cantar canciones misóginas, es político, pero cantar canciones misóginas y poner precios de ópera, también es política. La política está ahí, no la estamos creando, la estamos visibilizando", dijo a Sputnik Rafael, uno de los integrantes de Bolso Antifascista, del Club Nacional de Fútbol.
Uno de los apodos con que se conoce a los hinchas del decano del fútbol uruguayo es "bolsos" o "bolsilludos", por el bolsillo que usaban en las camisetas ya desde sus inicios; de ahí el nombre de la agrupación, que nació a mediados de este año con la idea de "incidir a nivel social" y llevar a la tribuna la discusión sobre algunos temas que hacen a las hinchadas de fútbol pero de los que no se suele hablar.
"Estamos en un momento histórico de empezar a cuestionarnos "¿por qué cantamos esto?, ¿qué sentido tiene?", y hemos hecho un montón de ruido, porque cuando empezás a cuestionar cosas que nadie se cuestiona, que nadie se cuestionó, genera ruido, porque genera molestia", explica.
Esta molestia suele venir, la mayoría de las veces, desde las propias hinchadas de los clubes, cuyas facciones más violentas son conocidas como "barrabravas".
Una lucha que no termina
Roger Canal, integrante de Tribuna 77, la barra antifa del club Gremio, de la ciudad brasileña de Porto Alegre, una de las primeras agrupaciones de este tipo en la región, cuenta a Sputnik las dificultades de instalarse en la tribuna con este tipo de posturas y discursos, que van a contramano del sentido común que impera entre la mayoría de los hinchas.
"Cuando empezó la Tribuna 77 tuvimos problemas y fuimos molestados por la bandera colorida del LBGT, y porque en nuestra hinchada hay gays, trans, y otros disidentes de género", cuenta Canal.
Aunque hoy la situación es mejor que entre 2015 y 2016, cuando se creó Tribuna 77, las resistencias persisten.
"Hoy está más tranquilo, pero la relación todavía es muy difícil, porque no es una cosa del Gremio, es una cosa del fútbol, que infelizmente es un deporte muy violento y las barras siguen con esa cultura de violencia. Hay mucha homofobia, esta cosa frágil que se llama 'masculinidad hetero', y cuando se toca eso capaz muchos se molestan de más", reflexiona Canal.
"Desde el comienzo todas nuestras fuerzas fueron para poder acabar con eso, o concientizar a la mayor cantidad de hinchas posibles (para hacerles ver) qué significa la palabra "macaco"; se puede hacer una gran fiesta, un gran carnaval, sin cantar expresiones racistas, homofóbicas, o incitando a la muerte o a la violencia", explica Canal.
La decisión "fue una victoria", pero, asegura, "es una lucha que no se termina nunca".
Por ello, añade, es fundamental el trabajo desde los clubes.
"Es esencial que los clubes trabajen esas canciones, tanto sobre racismo, como género, y que haya políticas para que las tribunas no estén llenas de sangre", explica.
"No es que mezclamos política y fútbol, sino que consideramos que el fútbol es político", añade.
El enemigo es otro
Las barras chilenas han sido protagonistas de las movilizaciones que se registran en el país desde hace más de dos meses, y los grupos antifascistas de esas barras han tenido también una gran visibilidad.
"En este momento en Chile hay una movilización de la juventud popular, y en esa juventud popular hay una caracterización muy grande, entonces se han desplegado las barras completas, no solamente los movimientos antifa que las integran", aclara Alfredo, integrante de Garra Blanca Antifa, del club chileno Colo-Colo, quien no quiso brindar su nombre completo.
No obstante la coincidencia en las calles, las dificultades para integrarse con grupos antifa de otros cuadros, o para ser aceptados por la parte mayoritaria de las barras, se mantiene.
Pese a estas diferencias, desde Garra Blanca entienden que hay que buscar la manera de que las diferencias deportivas no obstruyan las coincidencias políticas.
"Creo que más allá de que sea viable o no (el hecho de que las hinchadas puedan unirse para determinadas movilizaciones) es un trabajo que hay que hacer viable, hay que viabilizarlo. La gente está tomando conciencia de clase y está comprendiendo finalmente que el enemigo es otro y no somos nosotros, no son las diferencias que se generan productos de los colores ni de las filiaciones en las barras", afirma Alfredo.
A diferencia de Bolso Antifascista y de Tribuna 77, Garra Blanca surge de la propia barra brava de Colo-Colo, de la cual forman parte.
Actualmente, la mayoría de los grupos antifa de la región están en contacto, al menos a través de redes sociales, y si bien todavía no mueven grandes cantidades de hinchas, y generan resistencia entre las agrupaciones más tradicionales y violentas, no paran de crecer y tienen cada vez mayor visibilidad.
"Nos sumamos con los hermanos del continente sudamericano en esta lucha; seguiremos en las trincheras con el futbol, con la hinchada, con todos y todas", dice Canal.