Rastreador blanco español con corazón de Apache: así han acogido los nativos americanos a Fernando Gómez, quien se ha convertido en el primer hombre blanco que ha podido no solo visitar, sino también proteger, las zonas sagradas de la etnia.
— Fernando, tú eres rastreador profesional y acabas de llegar desde Nuevo México. ¿Cuéntanos más, por favor, sobre la etnia y la reserva de Jicarilla de Apache? ¿Cómo se protege la reserva?
En este caso, lo más importante es proteger al ciervo mula, que es una raza de caza estrella en esa área y de la que se hace uno de los mejores trofeos. A veces la gente mata por placer, vicio o por un reto y por tener el trofeo encima de la chimenea de su casa.
Luego estaría el uapití. Es una de las especies a la que matan por su trofeo. No siempre el objetivo son los cuernos: a veces es la carne. Nos hemos encontrado durante mi estancia en EEUU tantos ciervos mulos como uapitís muertos: les han decapitado, les han quitado la cabeza para el trofeo y además les han cortado los cuartos traseros. Además, algo hay muy exquisito para ellos: abrir toda la zona de la columna vertebral. La rajan y sacan el lomo, que es algo muy apreciado.
— ¿En qué consiste el oficio de un rastreador?
— Lo primero que hacíamos era revisar todas las entradas a la reserva, tanto las que estaban abiertas como las puertas y los vallados con acceso. Cuando encuentras el acceso abierto o el candado roto, hay que verificar si hay huellas, en este caso de vehículos. Poca gente se atreve a entrar en las reservas a pie, son áreas muy grandes y hostiles. Son terrenos muy salvajes.
Esta gente que entra en vehículos tiene controlados a los animales y los dispara desde los coches. Entonces la tarea era verificar los rastros de estos autos, verificar si eran recientes o no, qué tipo de coche era y, en caso de ser recientes, hacíamos un seguimiento.
Siguiendo las huellas, en muchos casos encontramos los restos de un animal al que han matado, algunos desde hace horas, otros desde hace dos o tres días. Sacamos la información de cómo ha sido la persona o por qué ha muerto este animal, si la muerte ha sido natural o si ha sido una persona la que ha disparado. Y luego sigue la investigación correspondiente, que realizan los rangers.
Otro objetivo es proteger a los animales vivos, y esto se parece a proteger a una persona VIP: de dónde sale, cuándo come, hacia dónde se mueve. Cuando encontramos a un animal, lo vigilamos con cámaras, lo fotografiamos. Con esos parámetros, buscamos las huellas y vemos dónde está el animal. Y después, tanto al atardecer como al amanecer, hacemos los servicios en ese punto para que nadie pueda matarlos.
— ¿Cuán peligroso es el trabajo de un rastreador?
— Sí, puede ser peligroso. Yo como rastreador no iba armado y los rangers sí, porque, en una reserva como esta, o alrededor de los bosques federales, puedes parar a uno que piensas que es un furtivo, y puede ser un narcotraficante, puede ser un violador o puede ser un delincuente que iba por la carretera y atravesó la reserva para poder evitar los controles policiales. En EEUU la gente va armada; si hay un conflicto, la gente saca una pistola y dispara. Y no solo tienen pistolas, también armas largas. Normalmente uno no puede entrar en la reserva, pero la gente entra. Y entra con armas.
El problema, además, es que la mayoría de los coches llevan las lunas tintadas en la parte delantera. Entonces paras el coche y, cuando se baja la ventanilla, no sabes si la persona que la baja te va a disparar. Cuando se hacen controles para prevención antipoaching, es decir, controles para ver si los vehículos llevan animales decapitados, se utilizan otro tipo de chalecos que son para armas largas o para fusiles.
— Te has convertido en el único español en la historia que ha trabajado con los rangers Jicarilla de Apache y has protegido lugares sagrados para esta etnia indígena americana. ¿Por qué Jicarilla de Apache? ¿Cómo te invitaron?
— Yo hice el curso de rastreo táctico en la mejor escuela del mundo, allí en Nuevo México. Porque allí se encuentra la escuela para los nativos americanos, en este caso para los rangers de Jicarilla Apache. Fui invitado por mi trayectoria profesional desde España a EEUU a hacer el curso, y allí les conocí a ellos.
Les hice una propuesta: que a mí me gustaría entrar en la reserva con una acreditación especial para intercambiar conocimientos con ellos y poner a prueba todos los conocimientos aplicados en este curso. Me lo permitieron y me fui para allá. Y la única manera de intercambiar conocimientos y ponerlos a prueba era trabajar con ellos mano a mano, codo con codo, durante un mes. Me han dejado fotografiar, investigar, y estar en todos los lugares de la reserva, incluso los sagrados, que es una cosa de agradecer, porque ellos nunca lo han hecho y nunca lo hacen. Y me han tratado como a uno más.
— Los medios señalan que en tu última jornada recibiste como reconocimiento la tradicional corbata india de la mano de uno de los cónsules del comité de la reserva y como "símbolo de hermanamiento entre el rastreador blanco y los nativos americanos". ¿Qué sentiste al recibir la distinción?
— Es un honor porque, si no me equivoco, es la primera vez en que la corbata se entrega a un hombre blanco. Y menos a un rastreador español. Es algo surrealista que los Apaches, que históricamente son los que tienen el protagonismo en el rastreo, hayan recibido a un español por su trabajo como rastreador, por su trato con los indios y el apoyo de la reserva a las técnicas de rastreo. Esta corbata Jicarilla a manos de uno de los cónsules del comité es algo muy importante. Y se trata no solo de entregarte la corbata, lo curioso es que, cuando te la entregan, te entregan parte de su alma. Ha sido un verdadero placer y un orgullo, por supuesto.
— ¿Cuál es tu objetivo ahora que has vuelto a España?
— Mi objetivo allí era aprender e intentar aportar mi granito de arena para que mejoren en la protección. Pero mi objetivo ahora es entrenar a los rangers de otros países de África. Mi línea es la protección de la fauna en peligro y enseñar técnicas para que los rangers busquen, rastreen y prevengan acciones furtivas. Ahora mi meta es Asia y África.