El estado óptico estudiado por el equipo —entre los que se encontraban científicos de la Universidad Federal de Siberia (SFU)— es un enjambre de la luz que se forma entre dos medios diferentes que funcionan como espejos. Al reflejarse de forma múltiple en estos espejos, la luz se topa con una trampa específica y no encuentra salida en la frontera. Los resultados de la investigación están publicados en la revista Crystals.
Cuando la luz ilumina la frontera del medio, aparecen rayos reflejados y refractados. En caso del ángulo extremo del reflejo completo, puede aparecer un rayo que se desliza a lo largo de la frontera: la onda de luz superficial.

"A diferencia de otras ondas superficiales, en el caso del rayo que cae de forma perpendicular sobre la superficie la ola se frena y no transmite la energía a lo largo de la frontera. A este fenómeno se le conoce como estado óptico de Tamm", explica el jefe del grupo científico y profesor titular del departamento de física teórica y fenómenos de ondas de la SFU, Stepán Vétrov.

El equipo logró hacer girar la luz parada usando cristal líquido colestérico. Este cristal líquido no es simétrico porque está compuesto por varias moléculas prolongadas y orientadas cuya dirección se tuerce en una espiral como una escalera de caracol. La resultante trompa o espiral de luz vive durante más tiempo que las ondas habituales.
Según los científicos, los sistemas de biosensores obtenidos serán altamente sensibles, lo que permitirá recoger muestras de sangre en casa y obtener un resultado rápido y preciso.
El grupo de científicos lo componen investigadores del Instituto de Física Leonid Kirenski de la filial siberiana de la Academia de Ciencias de Rusia y de la Universidad Nacional Chiao Tung de Taiwán.