Leonid Bolshov es uno de los principales expertos mundiales en el campo de la energía nuclear y director científico del Instituto para los Problemas del Desarrollo Seguro de la Energía Nuclear de la Academia de Ciencias de Rusia. Participó personalmente en el proceso de terminar el accidente en la estación nuclear de Chernóbil y en el de avisar a la población rusa del Lejano Oriente tras la explosión en Fukushima.
Chernóbil de 1986 y sus consecuencias
En 1986, la URSS contaba con un sistema de organización estatal que permitía eliminar las consecuencias del accidente de Chernóbil. Pero el sistema de apoyo científico de este trabajo estaba desvinculado del poder y por lo tanto en la etapa inicial de trabajo la dirección del país cometió una serie de errores, relata Bolshov.
"Nuestro instituto, que se creó dos años después del accidente, se ocupó de esta cuestión de forma profesional. A principios de los años 90, creamos un banco de datos sobre las consecuencias del accidente de Chernóbil y Goskomchernóbil, comité sobre la liquidación del accidente, y luego su sucesor, el Ministerio para situaciones de Emergencia, se basaron en gran medida en los datos y análisis realizados por el instituto. Uno de los resultados significativos de este trabajo fue el giro de los programas estatales de Chernóbil hacia la asistencia real a la población a través de proyectos sociales", destaca el científico.
"Me parece que para un especialista, un científico, esta debe ser la regla número uno: deberías hablar con personas comunes sobre temas tan agudos solo cuando tienes muchos más conocimientos profesionales que tus interlocutores y al mismo tiempo puedes llevar este conocimiento a la gente en un lenguaje accesible", opina Bolshov.
El accidente de Fukushima en el 2011
Tras el accidente en la central nuclear japonesa Fukushima I en marzo de 2011, los expertos concluyeron que Rusia estaba a salvo. ¿Cómo llegaron a esta conclusión?
Todos los productos radiactivos llegan a la atmósfera y el viento sopla exactamente hacia Vladivostok llevando la nube radiactiva a Primorie (el Lejano Oriente) y, cuando llega allí, llueve y todo cae en el territorio de la ciudad.
Este es el peor escenario que se podría imaginar y los especialistas del IBRAE lo analizaron rápidamente y recibieron la respuesta de que, incluso en este caso, la dosis recibida por los niños en la glándula tiroides (el órgano más sensible) será de 10 milisieverts.
"Este no es un valor significativo en términos de consecuencias y la información basada en nuestras previsiones fue enviada a todos los departamentos necesarios", cuenta.
En tan solo una semana el pánico se calmó y los estudios sociológicos realizados en Rusia antes y después del accidente de Fukushima demostraron que la confianza de la población en la energía nuclear, tras disminuir un poco, se recuperó con bastante rapidez. Y está relacionado en primer lugar con el trabajo de información masiva bien realizado, opina el científico.
La situación con rutenio en el 2017
Hace dos años, la prensa tanto rusa como extranjera hablaba mucho sobre el incidente de emisión del rutenio-106, isotopo radioactivo de rutenio, en los Urales del Sur. El supuesto origen era la planta Mayak de Rosatom.
En aquel momento, al científico ruso le pidieron crear y dirigir una comisión internacional que se ocupara de la situación, lo que era muy difícil porque era necesario calmar tanto a los rusos como a los europeos. Entonces, reunieron una comisión internacional autorizada para aclarar el tema hasta el final.
"Aunque la comunidad europea tenía toda la intención de demostrar que era Mayak quien tenía la culpa por el accidente, todavía existe una ética científica profesional. Como resultado, nuestra comisión emitió la conclusión de que no podemos decir de dónde vino el rutenio, pero los datos presentados muestran que no era del Mayak. Aunque, por supuesto, no todos se han calmado. No muy a menudo, pero sí sucede que la motivación política es más fuerte que la ética científica", lamenta Bolshov.
La explosión en la región de Arjánguelsk, agosto de 2019
El segundo ejemplo de una desinformación así ocurrió en agosto en la región de Arjánguelsk, donde una explosión tuvo lugar el 8 de agosto durante la prueba de un motor a chorro de líquido perteneciente a la Flota Militar rusa.
El 8 de agosto, el nivel de radiación en Severodvinsk, lugar del accidente, aumentó durante una hora y media de una forma muy significativa, 16 veces. Pero ¿fue peligroso para la salud de la población? De multiplicar esta dosis por el tiempo que estuvo presente en el aire, da una dosis adicional notablemente menor que la que recibimos en un avión normal, afirma el experto. Así que a los habitantes de la región les explicaron que no había peligro.
Sin embargo, la situación en términos de información no fue fácil, recalca Bolshov, ya que en diferentes medios de comunicación y las redes sociales aparecieron publicaciones de gente no experta con especulaciones sobre qué explotó y por qué las autoridades lo callaron.
La serie 'Chernóbil' y su influencia
¿Por qué Chernóbil no recibió comentarios positivos por parte de los participantes de los acontecimientos de 1986?
Bolshov enfatiza que no hace falta olvidar que hay una confrontación en el mundo en la que se le da un papel enorme a la información. Cualquier situación en la que Rusia tenga algún problema, sus opositores lo aprovechan inmediatamente. Por eso hay tanta desinformación en los medios occidentales.
"Alguien difunde esta información tras recibir dinero desde Occidente, pero, desafortunadamente, hay una parte significativa de nuestros ciudadanos que sin querer hacen lo que nuestros opositores necesitan que hagan: ignorando los argumentos de los especialistas, socavan la confianza en su voz. Todo esto juega contra la industria nuclear, una de las ramas más importantes y básicas de la economía del país. Y esto, a su vez, afecta al Estado", concluye.