Cada segundo el Sol quema 600 millones de toneladas de hidrógeno y las convierte en helio en su núcleo. Y a medida que el núcleo se satura con este helio, se encoge, haciendo que las reacciones de fusión nuclear dentro de él se aceleren. De esta manera el Sol descarga más energía y brilla más y más.
El gigante rojo en el que se convertirá nuestra estrella primero se tragará a Mercurio y a Venus y después, poco antes de que alcance su tamaño y luminosidad máximos, se tragará también a la Tierra.
Cómo la humanidad puede salvarse del gigante rojo
El astrónomo propone varias soluciones para evitar la inminente desaparición de la humanidad desde la faz de la Tierra por causa del Sol.
Su idea consiste en reubicarse en otras partes del universo que están menos cerca del brillo vacilante de la estrella. Sin embargo, propone independizarse de los planetas y lunas existentes.
Para el científico sería mejor que la humanidad pudiera "fabricar una estructura gigantesca que fuera capaz de maniobrar la distancia orbital óptima en cualquier momento dado" de la energía mortal del Sol.
Loeb escribió que la humanidad necesita "contemplar la posibilidad de viajar al espacio fuera del sistema solar".
"La solución a largo plazo a nuestras amenazas existenciales no es mantener todos nuestros huevos en una sola canasta", escribió Loeb, el presidente del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard.
La humanidad, la principal amenaza para la existencia de la vida en la Tierra
No obstante, Loeb no está tan seguro de que la humanidad esté cerca para experimentar su desaparición a manos de un Sol que se ilumina y expande.
"Me inclino a creer que nuestra civilización desaparecerá como resultado de heridas autoinfligidas mucho antes de que el Sol represente una amenaza predecible", escribió.
Para el científico la ausencia de otras especies de vida en el universo es la prueba de los cortos plazos de existencia de civilizaciones en la escala universal.

Loeb está seguro de que la vida extraterrestre existe, o existió, en el espacio. No obstante, hasta ahora los investigadores no han descubierto presencia alguna de otra civilización.