Sputnik buscó opiniones entre varios cubanos que desarrollan su vida diaria en la reconocida como Ciudad Maravilla desde 2016, y Patrimonio de la Humanidad desde 1982, acerca de este hombre, artífice de la restauración y conservación de buena parte de la urbe, y —por qué no— del espíritu mismo de la ciudad.
Nacido hace 77 años en un barrio humilde de su querida Habana, Eusebio, como le llaman cariñosamente los cubanos, se inició muy joven en los complicados avatares por proteger el legado histórico y cultural habanero, y en 1967 —con apenas 25 años de edad— fue designado director del Museo de la Ciudad de La Habana, sucediendo en su cargo al doctor Emilio Roig de Leushenring (1889-1964), del que fuera discípulo.
Para la periodista Leticia Martínez, también Eusebio "es el alma de La Habana, de hecho la celebración sin él no fue la misma. Su ausencia se sintió en cada actividad o inauguración donde no estuvo. Un hombre que ha mostrado con su trabajo que nada es imposible".
"El hecho de haber salvado a La Habana Vieja y con ella haberle mejorado la vida a un montón de gente es motivo para agradecerle eternamente —agregó la joven columnista del periódico Granma—. Su fidelidad a la Revolución, a Fidel, a Raúl [Castro], para mí es una lección de vida".
Sus títulos de doctor en Ciencias Históricas, máster en Estudios sobre América Latina, el Caribe y Cuba; especialista en Ciencias Arqueológicas, y su designación en 1996 como embajador de Buena Voluntad de la Organización de las Naciones Unidas, no impidieron que este habanero de a pie subiera sus mangas al codo, y se convirtiera, como un obrero más, en el principal restaurador del patrimonio nacional.
"Gracias [Eusebio] por salvar la memoria histórica. Gracias por su oratoria forjada en el amor a nuestra historia. Gracias por insistir en que la decencia ciudadana, lo hermoso, la hidalguía no deben perderse, y gracias siempre por su ejemplo de vida", comentó a Sputnik Yoana Hernández Suárez, investigadora del Instituto de Historia de Cuba.
Aun luchando contra incomprensiones y carencias, Eusebio Leal jamás se rindió en la difícil tarea de devolverle a La Habana su hidalguía, y ante cada puerta que se cerraba, su tesón y persistencia empujó muros para conseguir fuera un hecho el renacimiento de una ciudad señorial.
Desde Estados Unidos, el cubanoamericano Vicente Amor, director de Desarrollo de Negocios en ASC International USA, respondió a las preguntas de Sputnik, acerca de su visión de la obra del Historiador de su ciudad natal.
"Para mí Eusebio es el guardián de la Habana, como la ciudad de Rodas, que tenía un coloso que la protegía, la ciudad de La Habana tiene a un Eusebio, marcado por su valentía, dignidad, sencillez, sacrificio, entrega y servicio".
También lo ve así Soni Benítez, una habanera jubilada, que piensa que Eusebio "se ha entregado en cuerpo y alma para que la capital de todos los cubanos sobreviva a los avatares del tiempo".
"Eusebio Leal —subrayó Benítez— está presente en cada obra restaurada sin que haya dejado de tener presente el beneficio social para los residentes del entorno".
Agotado por los años, la vida y el incesante esfuerzo de salvar de las ruinas el tesoro arquitectónico, cultural y social de su ciudad, Eusebio Leal, en una pose poco usual en él, hizo hace pocos días el discurso de inauguración de las obras de restauración del Castillo de Atarés, sentado en una silla.
"Perdónenme que haya tenido que estar un poco sentado, porque estoy un poco fatigado; pero la fatiga no es el resultado de lo que no ha podido vencerme, ni derrotarme, es que vengo caminando hace mucho tiempo, hace muchas décadas, hace muchos siglos", dijo.
"El verdadero misterio —añadió el destacado historiador— es que yo viví hace siglos en otros cuerpos y estuve aquí cuando se construyó el castillo".