La osada operación fue llevada a cabo en el hospital John Hopkins, en Baltimore (EEUU), y el paciente fue un soldado norteamericano al que en 2010 le explotó una mina en Afganistán. En la explosión resultante el joven perdió parte de las piernas, los órganos reproductivos y la parte inferior del abdomen.
Antes de este caso solo hubo un intento de trasplantar un pene en China en 2006 que por desgracia acabó mal: el órgano trasplantado sufrió una necrosis por el rechazo del cuerpo. Además, estaba involucrado el aspecto psicológico, donde la esposa del paciente estuvo en contra, por lo cual el pene fue retirado poco después de la operación.
Por su parte, los médicos estadounidenses decidieron realizar la operación en 2013 y durante cinco años estuvieron preparándose para el complicado caso. En este transcurso de tiempo realizaron experimentos sobre cadáveres y buscaron a un donante idóneo.
Mientras lo hacían, realizaron tres operaciones similares, dos en Sudáfrica y una en EEUU. No obstante, en aquellos casos la escala de las intervenciones fue menor, puesto que solo se trasplantados los penes y sus partes. El trasplante realizado por los especialistas del hospital John Hopkins era especialmente complejo, ya que fue transferido no solo el pene, sino también el escroto y parte del abdomen.
¿Cómo de exitosa fue la operación?
Desde el día de la operación ya ha pasado un año y los médicos indican que el paciente tiene "unas erecciones prácticamente normales", es capaz de sentir el orgasmo y cualquier parte del pene es sensible al tacto. Tampoco tiene problemas a la hora de orinar: lo hace estando de pie sobre sus prótesis y no sufre de incontinencia.
Otro aspecto destacable de la operación fue la infusión de la médula ósea del donante para reducir la cantidad de medicamentos inmunodepresores que tendría que haber ingerido el paciente. Los médicos quisieron reducir la probabilidad de que su cuerpo rechazase el órgano, indica el medio Science Alert.
Ahora, el joven solo tiene que tomar una píldora al día y los médicos esperan que con los avances en farmacología pueda dejar de hacerlo en los próximos cinco o diez años. El paciente vive una vida prácticamente normal e independiente, puesto que anda con la ayuda de unas prótesis.