Miles de manifestantes salieron a las calles de la ciudad el 7 de noviembre en respuesta al anuncio del presidente chileno, Sebastián Piñera, sobre la posibilidad de castigar más severamente a quienes participan en protestas y saqueos.
Por su parte, la Policía tuvo que recurrir a cañones de agua para dispersar a la muchedumbre, que sostenía carteles con llamadas a la unión y oposición al Gobierno. La oleada de protestas que está viviendo Chile es la más grande de las últimas décadas y arrancó tras una subida de las tarifas del metro, que ya ha sido cancelada.
Desde entonces, las protestas se expandieron para atraer la atención hacia otros problemas sociales, tales como el coste de vida, la reforma de las pensiones y el comportamiento de las fuerzas de seguridad contra la gente.
Además de los manifestantes heridos, dos mujeres policías se encuentran en estado grave después de que las llamas de unos cocteles molotov las alcanzaran en la Plaza Italia de Santiago.