Ciudadanos es una formación que nació en el año 2006 en Cataluña a raíz de una plataforma cívica de intelectuales cuyo objetivo era "tener una herramienta con la que enfrentarse a las locuras del nacionalismo".
La irrupción de Ciudadanos en la política española se produjo paulatinamente, de forma paralela al crecimiento del independentismo en Cataluña, instaurándose como su contraparte en un territorio donde la derecha española apenas tiene apoyos.
De hecho, la oposición al independentismo es la principal seña de identidad del partido, que a lo largo de su trayectoria realizó distintas transiciones ideológicas, desde el ideario socialdemócrata hasta sus actuales posiciones liberales, que cada vez van más acompañadas de tintes conservadores.
Tras esas elecciones, Ciudadanos fue el único partido que apoyó la investidura del socialista Pedro Sánchez, que no consiguió los votos necesarios para gobernar, lo que llevó a otra convocatoria de elecciones, esta vez en 2016.
Los comicios de 2016 dejaron un escenario igualmente fragmentado en el que Ciudadanos apoyó la investidura del conservador Mariano Rajoy —que finalmente sí llegó a La Moncloa— pese a que Rivera había prometido en campaña no ceder sus votos a un gobierno del Partido Popular.
La capacidad de Ciudadanos de pactar a ambos lados del tablero político es defendida por parte de sus miembros como una virtud, aunque esta característica también fue valedora de críticas que le califican como un "partido veleta".
El PSOE de Sánchez fue el ganador de esos comicios (aunque sin mayoría para gobernar en solitario) y Ciudadanos consiguió el mejor resultado de su historia, 57 escaños de los 350 en juego, lo que colocaba a los liberales como tercera fuerza política del país, a sólo 9 diputados del conservador Partido Popular.
En esos momentos Ciudadanos rozaba con los dedos el "sorpasso" al partido hegemónico de centroderecha en España y en un intento por culminar la jugada, Rivera profundizó su giro hacia posiciones conservadores.
Sin embargo, eso enrocó aún más a Rivera en el bloque conservador y le cerró la puerta a cualquier tipo de entendimiento con Sánchez, el único candidato con opciones reales de formar Gobierno, lo que provocó que la acumulación de fuerza parlamentaria de Ciudadanos no tuviera capacidad de influir en la realidad política del país.
Sólo en el último momento Rivera planteó la posibilidad de una abstención de Ciudadanos para permitir la investidura de Sánchez, una oferta de última hora formulada bajo unas condiciones prácticamente inasumibles para el líder socialista.
Ahora, las encuestas castigan la decisión de Ciudadanos de dejar de actuar como un partido bisagra.
Del mismo modo, parte de su electorado identificado en el espectro liberal puede encontrarse desencantado con el rumbo del partido, que, además de no permitir la investidura de Sánchez, llegó a acuerdos para entrar en distintos gobiernos autonómicos —como en Madrid o Andalucía— gracias al apoyo de la ultraderecha.
Esto no sólo implica un descalabro del orden de 40 diputados respecto a las elecciones de abril, sino que, además, supondría el peor resultado de la historia del partido.
Durante la campaña electoral Rivera llamó a sus votantes a protagonizar "una remontada" para recuperar el espacio perdido en tan solo seis meses.
Pese al descenso que pronostican las encuestas, la formación de Rivera seguirá jugando un papel importante en España tras las elecciones, ya que el fragmentado panorama político del país puede llevar a que cualquier partido con disposición de alcanzar acuerdos, por pequeña que sea su representación, pueda tener la llave para la formación de Gobierno.