La historia muestra ciclos políticos y económicos que se reeditan y repiten. En los últimos años América Latina fue testigo de uno de ellos: el de las políticas de austeridad y la disminución del rol del Estado en la economía.
Según señaló en diálogo con Sputnik el economista colombiano Manuel Martínez, en el mundo "están pasando cosas que justifican que los países de la región hayan tenido procesos similares al mismo tiempo".
Un ejemplo es la reciente crisis política chilena, que surgida de un aumento del boleto del subte dejó al descubierto el generalizado malestar de la población hacia políticas como las jubilaciones privadas y sus últimas modificaciones. O hacia la última reforma tributaria que quitó impuestos a los grandes capitales.
Pero no solo ellos, también Costa Rica, que se mantuvo en huelga durante buena parte del 2018 contra la reforma fiscal, e incluso Colombia, donde la movilización encabezada por los estudiantes se concentró, entre otras cosas, en críticas a la reforma laboral y tributaria del presidente Ivan Duque.
De acuerdo a Martínez, quien se ha especializado en el estudio de procesos devaluatorios, el ciclo actual se origina en que, luego de períodos de crisis internacional, las potencias económicas intentan corregirse trasladando la inestabilidad financiera y los costos sociales a los países periféricos. Fenómeno que ocurrió en los años 80 con la crisis de la deuda externa, en los años 90 con el 'Tequilazo' en México, e incluso la crisis de Argentina en 2001.
"Desde 2008 el mundo se encuentra en una profunda debilidad sistémica que no se ha podido resolver y que posiblemente precipite una nueva crisis en 2020. (…) Los temores a ella hacen que se retomen políticas no convencionales que inflan más las burbujas actuales —financiera y crediticia entre otras— y precipitan al mundo a una crisis todavía mayor. Esas políticas lo que hacen es dar un respiro a la rentabilidad del capital sin resolver las causas profundas y al mismo tiempo agudizan el problema de la desigualdad social como nunca antes en la historia", explicó.
En este marco hay una reversión del ciclo de capital internacional pues los inversores buscan mayor seguridad y rentabilidad. Esto favorece que algunos capitales se mantengan en los países de América Latina, especulando con monedas periféricas como las latinoamericanas.
"En ese intento de controlar, tanto la inflación como la fuga de capitales, lo que hacen es aumentar la tasa de interés y con esto controlar justamente la inflación. Esto encarece el crédito y reduce la demanda agregada, lo que termina aumentando el desempleo y el descontento social", señaló.