Su corresponsal Tom Demerly empezó a fijarse en los relojes que llevaban los pilotos de los cazas F/A-18 y F-35 en la Estación Aérea del Cuerpo de Marines de Miramar, y se dio cuenta de que la inmensa mayoría llevaba los dispositivos de la marca Garmin.
Como consecuencia de ello, en cuestión de minutos la temperatura dentro de la cabina bajó hasta prácticamente -20 grados, creando una condensación que se convirtió en una espesa capa de hielo que recubrió los cristales y paneles de los instrumentos.
Al quedarse prácticamente cegados y sin posibilidad de navegar, los dos pilotos recurrieron a sus relojes Garmin para seguir el rumbo fijado y controlar su altitud de vuelo. Los pilotos lograron aterrizar la nave, aunque sufrieron heridas por congelación.
Afortunadamente para ellos, antes del accidente habían estado entre los primeros pilotos militares en recibir los relojes inteligentes de Garmin de manos del Cuerpo de Marines de EEUU. Primero recibieron el modelo Fenix 3, pero, con la creciente popularidad de estos relojes entre los pilotos, la compañía desarrolló varios modelos específicamente para ellos: los D2 Bravo Pilot, D2 Charlie, D2 Delta PX y la serie MARQ.
Todos ellos están equipados con navegación GPS y mapas topográficos. Los modelos más avanzados incluso son capaces de medir el nivel de oxígeno en la sangre. De hecho, estos relojes también los usan los pilotos de los aviones de reconocimiento U-2. Los dos modelos más caros, el MARQ Commander y el Aviator, se venden en EEUU por 1.950 dólares.