Si bien se volvieron masivas rápidamente, las protestas que pusieron en jaque al presidente chileno, Sebastián Piñera, tuvieron su génesis en un grupo de adolescentes que, ante el aumento de 30 pesos en el boleto del Metro de Santiago, decidieron comenzar a evadir los molinetes.
Si bien pertenece al movimiento estudiantil universitario, Larrondo destacó el papel que los estudiantes de Secundaria tuvieron en el origen de las movilizaciones. "Se ha destacado la organización secundaria, que ha podido salir a las calles con consignas claras y con peticiones que no dejan que se bajen los brazos", señaló.
Según la dirigente, el ímpetu de los movimientos juveniles "ha sido un ejemplo para muchos chilenos que se han sentido frustrados por no tener la energía suficiente para enfrentar toda la desigualdad que promueve este Gobierno".
El movimiento estudiantil en Chile
Las movilizaciones de estudiantes secundarios no son algo nuevo para Chile. En 2006, apenas unos meses después de la asunción del primer Gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018), se inició una serie de ocupaciones de centros de estudio en reclamo por los problemas de infraestructura, el aumento del precio de la Prueba de Selección Universitaria y la decisión de que el pase escolar solo podría ser utilizada dos veces al día.
Las manifestaciones cobraron relevancia nacional cuando estudiantes secundarios ocuparon el Instituto Nacional José Miguel Carrera, el centro educativo público más importante del país. Las protestas y ocupaciones se extendieron durante más de un mes, llegando a abarcar a la mitad de los colegios chilenos.
Las protestas cobraron relevancia central en el debate público chileno y adquirieron el nombre de 'Revolución pingüina', dado que los estudiantes secundarios eran conocidos como 'pingüinos' por el uniforme que utilizaban.
Sin embargo, las movilizaciones regresaron en abril de 2011, cuando la Confederación de Estudiantes de Chile comenzó a convocar a manifestaciones contra la falta de presupuesto para la educación pública y la mercantilización del sistema educativo, asegurando que la Ley de Educación aprobada en 2009 no había logrado solucionar los problemas heredados de la dictadura.
¿Qué distingue las protestas de 2019 en Chile?
A diferencia de esos antecedentes, las movilizaciones de 2019 surgieron de forma más espontánea y con un vínculo directo con las redes sociales.
Cuando a comienzos de octubre el 'panel de expertos' encargado de establecer el precio del boleto del Metro de Santiago determinó una suba de 30 pesos, un grupo de estudiantes secundarios comenzó a difundir por redes sociales la idea de realizar una 'evasión masiva'.
La propuesta planteaba que muchos estudiantes se concentraran al mismo tiempo en las estaciones para saltar juntos los molinetes y así evadir el pago de los 830 pesos que pasó a costar el boleto en hora pico.
Los estudiantes acudieron a la convocatoria, que fue registrada casi día a día en la cuenta de Instagram 'Cursedin', utilizada hasta ese momento para difundir bromas y memes entre estudiantes del Instituto Nacional.
"Te invito a saltar torniquete. Te espero el lunes 21 desde las 2:05 hasta las 2:15 en fuera del IN. ¡No faltes!", rezaba una de las publicaciones de la cuenta, utilizando de forma irónica el formato de una invitación a un cumpleaños infantil.
"Comenzó de manera súper espontánea. Se hizo un llamado en una página que es de estudiantes del liceo", contó al diario argentino Perfil Rodrigo Pérez, presidente del centro de estudiantes del Instituto Nacional.
Javiera Reyes, exvicepresidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), explicó a Sputnik que esta nueva movilización se parece a las anteriores en que "responde a ciertas generaciones y quizás gran parte de los que participaron en 2006 y 2011 sean parte de este movimiento".
Sin embargo, remarcó que existen diferencias sustanciales. "No es una movilización propiamente de estudiantes y este movimiento tiene una característica más amplia, abarca muchas más cosas", sostuvo.
Para Reyes, el aumento en el boleto de Metro no fue el problema en sí mismo sino el "detonante" de una reacción ante "un modelo heredado de la dictadura que impusieron y no hemos podido cambiar" y que, por ejemplo, reproducía una sociedad con "sueldos bajos, transporte público segregador y salud pública deficiente".
Además, señaló, varias declaraciones de integrantes del gabinete de Piñera, justificando los aumentos o intentando defender las condiciones de los servicios, fueron interpretadas como una burla hacia los usuarios.
"Es una cuestión transversal que logra de una u otra manera capitalizar el descontento por distintas causas. Hasta los camioneros, un gremio reaccionario en este país, ya se están movilizando", señaló Reyes.
Para la exdirigente estudiantil, otra de las características esenciales de este nuevo movimiento es que, a diferencia de los anteriores, "no tiene interlocutores". El carácter espontáneo de las movilizaciones hace que no aparezcan figuras identificables, como César Valenzuela en 2006 o Camila Vallejo en 2011.
Un detalle que, para Reyes, "complejiza" mucho una posible resolución de la crisis, más cuando el propio Piñera no consiguió el respaldo de todo el sistema político a su estrategia para acallar el descontento.